En tu partido o en el mío

La pandemia del COVID-19 está poniendo en revisión muchos aspectos de nuestra convivencia, incluyendo la actuación de los partidos políticos y nuestra relación con ellos. De acuerdo, poca gente en España considera que «tiene» un partido político. Pero casi siempre hay alguno por el que sentimos menos antipatía y al que acabamos votando, aunque sólo sea para que no salga otro.

Nuestras emociones políticas

En los Barómetros del CIS no se pregunta cuál es el partido cuyo ideario u objetivos nos parecen más adecuados sino por cuál «sentimos más simpatía», apelando a nuestras emociones no a un cálculo más o menos frío y racional. Estamos próximos a tal o cual partido porque nos sentimos… [«vascos», «progresistas», «españoles», «de nuestro pueblo», «feministas», «cristianos», «libertarios», etc.]. Tenemos además la ventaja que el abanico de partidos políticos es lo suficientemente amplio como para que la mayoría encuentre un acomodo emocional en alguno de ellos.

Hasta aquí todo bien, pero…

¿Qué haces con mi voto?

Cuando votamos al partido por el que «sentimos más simpatía» estamos también eligiendo a quien NOS REPRESENTA en los Parlamentos, Ayuntamientos o Cabildos. Estos representantes tienen el mandato de negociar políticas con otros partidos y/o gestionar los bienes colectivos. De un representante cabría esperar que de vez en cuando nos dijera qué está haciendo con nuestro voto (y con nuestros impuestos). Y no hablo de grandilocuentes programas gubernamentales sino de si están cumpliendo con su mandato. Me temo que, al menos en el Parlamento nacional, lo que contemplamos son peleas de guiñol que intentan jalear a los espectadores en vez de buscar acuerdos constructivos.

Partitocracia

El problema reside en que los partidos políticos tienen en España un poder excesivo: acaparan el poder legislativo (parlamentos), ejecutivo (gobiernos emanados de los parlamentos) y judicial (controlan el Consejo General del Poder Judicial y la Fiscalía General).

Pero además los partidos gobernantes en cada nivel acumulan cargos públicos y «asesores» hasta niveles desproporcionados, gozan de aforamientos, se financian en su mayor parte de las arcas públicas, y sus élites dirigentes gobiernan con mano de hierro sus organizaciones: control férreo de las listas electorales, control aún más férreo de los órganos internos de gobierno, de los dirigentes territoriales, etc. Se me dirá que la mayoría eligen al líder en «primarias», pero después éste actúa casi como un reyezuelo: que cada uno piense en la actuación del líder del partido al que ha votado en las últimas elecciones. Más preocupante aún es que este comportamiento se reproduzca también en los «partidos nuevos« (UP, Cs o Vox) o los nacionalistas.

Luz y taquígrafos: transparencia y rendición de cuentas

Hay quien concluiría que los partidos políticos deberían desaparecer. No puedo estar más en desacuerdo. Sería un error prescindir de nuestros representantes, y dejar la gestión de la política ¿en manos de quién…?

«Un gran poder conlleva una gran responsabilidad»

F.D. Roosevelt

Lo dicho por Roosevelt, en la recta final de la II Guerra Mundial y poco antes de su propia muerte, no se lo aplican nuestros partidos políticos. Pero la única forma de que la desafección de la ciudadanía hacia el sistema político en general y los partidos en particular no siga creciendo es contando con dos elementos de los cuales ya hablé en otra ocasión: la transparencia en lo que hacen como nuestros representantes y la responsabilización en las actuaciones.

No cambies de partido: cambia tu partido

Se puede hacer más. Quienes sean miembros de un partido político pueden reclamar que funcione hacia adentro como un organismo democrático, superando los modos autoritarios y de clientelismo interno que hoy día contemplamos.

Y los votantes preguntemos a nuestros representantes, en el Congreso de Diputados, en el Senado, en las cámaras autonómicas (por ejemplo, la Asamblea de Madrid) o los ayuntamientos (por ejemplo, Donostia-SanSebastián): «¿Qué haces con mi voto?»

Propongo enviar nuestras preguntas por correo a quien encabezara la candidatura que en su día votamos en cualquiera de los ámbitos aquí señalados. Espero que su dirección de correo electrónico esté disponible, no como ocurría con numerosos Diputados del Congreso, como ya señalé aquí. ¿Nos contestarán?

Ante el riesgo de despotismo asociémonos los ciudadanos, como aconsejaba Tocqueville en su visita a la entonces joven nación norteamericana:

«El despotismo … llama turbulentos e inquietos a los que tratan de unir sus fuerzas para la común prosperidad, y, cambiando el sentido natural de las palabras, denomina buenos ciudadanos a los que se encierran por entero en sí mismos. (…) El despotismo, peligroso en todos los tiempos, resulta mucho más temible en los democráticos.»

«No hay país donde las asociaciones sean más necesarias para impedir el despotismo de los partidos o la arbitrariedad del príncipe, que aquel cuyo estado social es democrático»

La democracia en América, v.2-p.2-c.4 y v.1-p.2-c.4

El próximo post dentro de dos martes, el 12 mayo 2020

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Kit Primeros Auxilios contra Fake News

Las noticias falsas captan nuestra atención cuando:

  • proceden de una fuente próxima: persona o entidad conocida o prestigiada, o que refuerza nuestra forma de ver las cosas
  • nos impacta emocionalmente provocando miedo, indignación o compasión
  • aluden a personas, situaciones o lugares de nuestro entorno
  • lo hemos visto/oído muchas veces: todo el mundo lo dice

Quién lo ha dicho

Ojo con la gente inteligente. Pueden ser una autoridad en su campo y unos imbéciles fuera de él. Como señala David Robson,

«Las personas cultas e inteligentes son menos propensas a aprender de sus errores, por ejemplo, o a dejarse aconsejar por otros. Y, cuando se equivocan, tienen más capacidad para elaborar complejos argumentos que justifiquen su razonamiento, lo que hace que sus opiniones sean cada vez más dogmáticas. Peor aún, parecen tener un «punto ciego» más prejuicioso, en el sentido de que son menos capaces de identificar los fallos de su lógica.»

La trampa de la inteligencia. Por qué la gente inteligente hace tonterías y cómo evitarlo (p.14)

Entre las grandes mentes que cometieron grandes errores encontramos Premios Nobel como Kary Mullis (de Química, 1993), o genios universales como Arthur Conan Doyle, Albert Einstein, Thomas Edison, o el más reciente Steve Jobs, que trató su cancer «como él sabía» hasta que ya fue demasiado tarde.

¿Nos fiaríamos de la opinión de un agente de seguros para dirigir la selección nacional de futbol? ¿Y al revés? ¿Ser especialista en yogures es una buena cualificación para contratarle como actor principal en una serie de televisión? ¿Y al revés?

¿Fiarse de nosotros mismos?

Depende. Nuestra cognición utiliza pequeños trucos que permiten procesar con rapidez la información que nos llega y así adoptar decisiones más rápidas. El problema es que pueden conducir a errores graves de interpretación y de comportamiento posterior. Son los llamados sesgos cognitivos que aplicamos continuamente, sin darnos cuenta. Por ejemplo el sesgo de confirmación es la tendencia a investigar o interpretar información que confirma nuestros puntos de vista. Así nos atrincheramos en nuestras posiciones para no salir de la zona de confort.

Activando alarmas: cuándo ponerse en guardia

  • Cuando algo nos infunde miedo: «Si recibes un correo…, ¡no lo abras, porque…!»
  • Cuando nos regalan algo: «El supermercado X regala un vale si envías el correo…»
  • Cuando nos hablan de conspiraciones mundiales: «Los [chinos / norteamericanos / rusos / extraterrestres / …] tienen un arma letal que…»
  • Cuando intentan explotar nuestras buenas intenciones: «Colabora en la lucha contra […] enviando tus datos [y donativo]… ¡pásalo!»

Mi añadido personal de alarmas

Por mi parte, sin que necesariamente se consideren recomendaciones, también pongo alarmas a mensajes tipo:

  • «15 trucos para…»
  • «Lo que tienes que hacer es…»
  • «La [pandemia] podría
  • «Así son las…»
  • [Añadir aquí los de cada cual]

Qué hacer: kit personal

Cada vez hay más páginas web dedicadas a desmontar bulos y noticias falsas, como Maldito Bulo, Fake News Detector, Snopes o Newtral. Pero podemos crearnos nuestro kit personal compuesto por dos elementos principales.

1. Remontarse a la fuente

– Y esto que me envías ¿quién te lo ha mandado?
– Pues… ¡Uf…!

Pongamos en marcha un sistema de trazabilidad que permita el seguimiento de un producto o información a lo largo de su cadena desde su origen. Para los productos de consumo, es requisito facilitar la cadena alimentaria, es decir poder remontarse al origen de cada alimento pasando por todos los intermediarios hasta llegar al productor. En la investigación científica se va imponiendo la Reproducibilidad y repetibilidad y en el de las transacciones comerciales se habla también del Blockchain.

2. Triangular la información

Triangular es observar el mismo supuesto hecho o información desde otro punto de vista. Por ejemplo, si somos asiduos de un periódico determinado, veamos qué dice el periódico de la tendencia política contraria. Pero mi consejo es que hagamos nuestra propia búsqueda: obtendremos gratas sorpresas.

En internet está casi todo, aunque casi nunca está a la vista

Usemos un buscador (Google, Bing de Microsoft o DuckDuckGo que no guarda la información personal) con pequeños trucos para acotar la búsqueda: dos o tres palabras que diferencien lo que buscamos de todo lo demás, con o sin comillas, acotando las fechas y si es necesario usando un traductor on-line (el de Google maneja más de cien). La información buena no suele estar en la primera página de enlaces, sino casi seguro en las siguientes.

Al final, se trata de poner un poco de nuestra parte y no ser simples receptores de información. Activar una mirada crítica y no dejarse llevar es fundamental para no acabar siendo víctimas de algunos de estos fraudes o engaños.

Las peores fake news: las que nos abruman desinformando

En torno al coronavirus esta es la pandemia informativa que también estamos padeciendo:

El próximo post dentro de dos martes, el 28 abril 2020