Navidad sin Navidades: ¿qué nos queda?

Ya estamos avisados de lo que NO podemos hacer estas Navidades (omito la lista para no comerme todo el espacio de este post). En el «frente» comercial ya hemos ido transitando por algunas fechas importadas de Estados Unidos como el Black Friday, el Small Business Saturday, el Cyber Monday y el Giving Tuesday; todo ello con mayor pena que gloria, sobre todo cuando la OCU nos previene que las supuestas rebajas en realidad están bastante amañadas.

Por otra parte continuamos con la persistente lluvia de promesas, ahora centradas en la vacunas para el Covid-19. El resultado es un aumento de desconfianza entre la población española. Así según el Barómetro del CIS correspondiente al mes de noviembre (pregunta 6) sólo el 37% de la población estaría dispuesta a vacunarse inmediatamente cuando se tenga la vacuna, frente a un 47% que se niega a hacerlo y un 16% que albergan dudas.

En otra encuesta también del CIS en el mismo mes de noviembre sobre los Efectos y consecuencias del coronavirus (II), las respuestas obtenidas son más claras (pregunta 8): sólo el 32,5% estaría dispuesto a vacunarse inmediatamente, frente al 55,2% que preferiría esperar a conocer los efectos o el 8,4% que no estaría dispuesto a vacunarse en ningún caso.

No obstante, quizá no haya que ser tan pesimistas. Este tipo de opiniones suele evolucionar hacia una mayor aceptación a medida que las campañas de vacunación se despliegan y se va despejando la nube de la desinformación.

¡Felices sombrías fiestas!

Pero más cerca en el tiempo se acerca una Navidad sin grandes reuniones familiares, sin pasar unos días en la segunda residencia o en la costa, sin fiestorros en Fin de Año, sin…, sin… Ya que este verano no ha sido lo que esperábamos, teníamos la vaga esperanza de una Navidades como las de toda la vida.

El gran problema es que llueve sobre mojado. Arrastramos una temporada en la que al coste en vidas y económico se añade un impacto psicológico y relacional que puede dejar una dolorosa y profunda huella.

Según la encuesta del CIS antes citada sobre los Efectos y consecuencias del coronavirus (II), un 42% de las personas entrevistadas declaran que la crisis del coronavirus ha afectado a su familia en sus relaciones y formas de vivir, y un 34% en aspectos emocionales (pregunta 2aMT).

El impacto a nivel más personal está siendo también devastador (pregunta 4): el 62% de los entrevistados se sienten más ansiosos; el 48% más irritables; el 64% más agobiados; el 74% más intranquilos; el 49% más asustados; el 28% con más insomnio o dificultades para dormir; el 49% más temerosos o con miedo; el 58% más desilusionados; o el 38% más apáticos. Sin embargo sólo el 27% declara que su salud [física] ha empeorado (pregunta 6).

¿Y los jóvenes?

Según esta misma encuesta el 63% piensa que los sectores de población más afectados son los mayores o las personas de edad intermedia. Menos de un 8% cree que los más afectados son los jóvenes (pregunta 3). Es más, un 62% cree que son los jóvenes los más indisciplinados con las normas de protección del coronavirus (pregunta 21).

Siento discrepar de la opinión mayoritaria.

Aunque los medios de comunicación son muy dados a airear las fiestas clandestinas en las que no se respeta ninguna de las pautas anti-Covid-19, en su inmensa mayoría no están protagonizadas por jóvenes sino más bien por individuos en edad madura. Los pocos datos estadísticos fiables sobre situaciones en las que ha habido contagios colectivos se refieren en su mayoría a acontecimientos familiares de diverso tipo y no reuniones de jóvenes.

Añadamos a ello el desmoronamiento de las oportunidades de trabajo para los jóvenes, las disfunciones en la vida académica y la reducción o desaparición de los entornos habituales de socialización para los jóvenes, y comprobaremos el altísimo impacto que la pandemia está ejerciendo sobre este colectivo.

No es de extrañar que los jóvenes entre 18 y 24 años se sientan tanto o más ansiosos, irritables, agobiados, intranquilos, asustados, temerosos, desilusionados o apáticos que el resto de la población, como refleja la encuesta comentada. Incluso declaran que su salud [física] ha empeorado en el 32% de los casos, frente al 27,5% del conjunto de la población.

Diversos estudios internacionales [las referencias están a disposición de quien lo desee] apuntan en la misma dirección.

Entonces, ¿qué nos queda?

Pues nos queda todo lo que había quedado sepultado bajo la avalancha comercial, mediática y de apariencias que parece que nos exigía mostrarnos «felices y con buenos sentimientos» por ser LAS NAVIDADES. Parecerá un tópico, pero no lo es. Porque además no es sencillo, entre otras cosas porque no estamos acostumbrados a ello. ¿Y qué es eso que había quedado debajo? La respuesta, en manos de cada uno.

El próximo post dentro de dos martes, el 22 diciembre 2020

5 comentarios en “Navidad sin Navidades: ¿qué nos queda?

  1. No sé cómo serán las Navidades, iremos viendo día a día
    Quiero darte las gracias por hacernos pensar sosegadamente y te deseo que pases unas Navidades muy felices

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  2. Me parece muy bien poner en valor las consecuencias psicológicas al mismo nivel que otras de las que siempre se habla, y tambien poner el foco en los jóvenes a los que estigmatizamos con demasiada frecuencia de comportamientos poco sensatos, mientas los gobernantes los pierden de vista en lo fundamental SU PRESENTE Y SU FUTURO

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