Lo que nos espera después de la pandemia

Reconozco que este título tiene una doble trampa, porque ni hay un después ni hay nada que nos espera. Me explico.

​¿No hay un después?

En primer lugar no tenemos pruebas que la tercera ola de la Covid-19sea la última, ni que las nuevas variantes del virus estén bajo control, ni que las vacunas actuales o futuras cierren definitivamente el paso a la pandemia.

Muchos especialistas alertan que esta enfermedad pueda convertirse en recurrente o que nuevos virus de origen similar nos obliguen a drásticas medidas como las que estamos sufriendo.

Es decir, no creamos que hay un después. Más bien que ya hoy hay una nueva realidad que está entre nosotros. No estamos viviendo dentro de un paréntesis sino que estamos ya en otra fase de evolución de nuestras sociedades, muchos de cuyos cambios estamos empezando a notar y frente a los cuales debemos construir otras formas de actuar personal y colectivamente, tanto en el terreno sanitario como en el de la economía, el del trabajo o el de las interacciones sociales y comportamientos personales.

​Nada nos espera que no esté ya ocurriendo ahora

Los efectos económicos y sociales de la pandemia no hacen sino acelerar los cambios que se venían produciendo en los últimos años.

1. Al nivel más básico, la Covid-19 muestra la fragilidad de la condición humana en nuestra relación con el entorno natural. Definitivamente, la naturaleza NO ha sido conquistada por la raza humana.

2. El centro de gravedad de la economía mundial da un paso más hacia las economía emergentes de Asia, en particular de China, mostrando los problemas de avance en Estados Unidos y en la Unión Europea, además del ahora devinculado Reino Unido.

3. Los países occidentales no logran trasladar la revolución informática a un incremento de productividad de sus economías. Como escribió el premio Nobel de economía Paul Krugman en 1994: «La productividad no lo es todo, pero a la larga lo es casi todo. La capacidad de un país para mejorar su nivel de vida a lo largo del tiempo depende casi por completo de su capacidad para aumentar su producción por trabajador.» (The Age of Diminished Expectations). En el caso español todos los análisis apuntan a una situación muy por debajo incluso que las demás economías europeas.

4. Aunque todavía no se dispone de datos suficientes para corroborarlo, es previsible que la pandemia actual esté provocando un nuevo agravamiento del problema demográfico de los países avanzados. Sabemos que España registra un alto ritmo de envejecimiento de su población y un índice de fecundidad que es el segundo más bajo de Europa, sólo por detrás de Malta. Las consecuencias actuales y futuras de estas tendencias son uno de los temas de discusión más agudos en el momento presente.

5. ¿Cuál es la situación de las empresas en España? Muchos sectores atraviesan un momento crítico por las restricciones sanitarias, pero también por la fuerte contracción del consumo y las distorsiones en las cadenas de suministro mundiales. En coyunturas de crisis se producen vuelcos drásticos del tejido empresarial, y en la presente las entidades con mejor futuro son aquéllas que aceleran su digitalización y su flexibilidad de adaptación. Para el conjunto de la economía si los negocios que cierran estuvieran compensados por la creación de nuevas empresas, la transición sería dolorosa pero con futuro. Es lo que el economista Joseph Schumpeter llamaba la destrucción creativa. Para ello es indispensable facilitar la creación de nuevas empresas. A ese respecto las trabas existentes en nuestro país son enormes: estamos en el puesto 97 dentro de un ranking mundial de 190 países en cuanto a facilidades para fundar un negocio. Además, para Peter Howitt, reciente Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, «más que destrucción creativa, con el covid está habiendo destrucción a secas».

6. El mercado laboral español está sufriendo un segundo «punch», cuando intentaba recuperarse del golpe recibido por la crisis económica de 2008. Es preocupante que en vez de crecer el número de puestos de trabajo, crezca el numero de personas y hogares dependientes de subvenciones públicas, y ni siquiera esto a un ritmo suficiente. La dependencia de subvenciones no crea riqueza, ni fomenta el consumo -debido a la incertidumbre de su continuidad-, ni recualifica a los desempleados y además obliga a aumentar la presión fiscal sobre capas más extensas de la población. Es un parche que si se cronifica degenera en un clientelismo paralizante y destructor.

Javier Cavanna, Director ejecutivo de la Fundación Compromiso y Transparencia, ha alertado recientemente del peligro real de que este clientelismo se reproduzca a la hora de asignar los fondos Next Generation de la Unión Europea para luchar contra la crisis de la covid-19, fondos que pueden ser el último tren que no podemos perder para invertir en investigación y desarrollo.

​¿Debemos reaccionar?

Sin duda.

El próximo post dentro de dos martes, el 2 marzo 2021

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6 comentarios en “Lo que nos espera después de la pandemia

  1. En mi opinión, gracias, por tu acierto en el análisis de la situación. Empezando por mostrar que la pandemia no es transitoria, no sabemos a que nivel y cómo se quedara a «convivir» entre nosotros, pero es parte de nuestro día a día. El ser humano, entre ellos nuestros dirigentes, y nosotros mismos, no queremos creer que esto es ya parte de nosotros. no queremos pararnos a reflexionar y JUNTOS preparar soluciones, hoy, para ponerlas en práctica mañana. Tenemos que involucrarnos en profundidad en lo que ya esta ocurriendo y forma parte de nuestro modo de vida. Creo que tenemos falta de responsabilidad, hacia las necesidades del hoy, y sobre las que hay que actuar, para que no nos quedemos sin «bosque». Construimos con el esfuerzo de todos y no podemos esperar que nos va a llegar la solución del exterior, si llegarán ayudas y tenemos que saber cómo y dónde aplicar para que el daño sea el menor posible y nos recuperemos pronto. En un bosque en llamas hay dos opciones o actuar rápido para minimizar la zona quemada (que afecta tanto a reducir el oxigeno, como perdida de plantas y fauna), o nos quedamos a mirar, a no hacer nada, hasta que el bosque termina desapareciendo, generando destrozos en todo el entorno. ¿Qué es lo que hacemos si desaparece el bosque? para mí, creo que solo queda la queja hacia el otro/a….no se hizo, no hicieron…y la pregunta más importante será ¿Cuándo recuperaremos el bosque? ¿Cómo? ¿Quién sufrirá las consecuencias?
    Gracias por seguir ayudando a despertar las conciencias.

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  2. Nuevamente pones el dedo en la llaga, por no decir “en las llagas”. Nos estábamos recuperando de la anterior crisis, pero es que esa “recuperación” aspiraba a un nivel de desempleo al que estamos acostumbrados desde casi siempre, y así no se puede seguir. Se destruyen empresas y puestos de trabajo y el mercado debe absorber esa destrucciónn, y me da la sensación de que, aún reconociendo que esa destrucción es más rápida que en condiciones digamos normales, no se está afrontando seriamente, y enlazo con otra “llaga”, creemos que algún día volveremos a antes de Marzo de 2020, pero si nos tenemos que acostumbrar a que la o las pandemias será/n nuestra/s compañera/s de viaje en el futuro, deberíamos ya empezar a mentalizarnos y actuar en consecuencia.

    Y añado una nueva “llaga”, me da la impresión de que el mercado inmobiliario a nivel de locales para oficinas y tiendas se va a resentir si el teletrabajo y las ventas online toman velocidad de crucero. La economía se va a tener que reestructurar pues se supone que habrá además menos traslados para ir a trabajar y otros aspectos, sin embargo, lo mismo la España vaciada se empieza a “desvaciar”.

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    • Gracias por apuntar a esa últim «llaga». Con datos todavía provisionales, en efecto el mercado inmobiliario de oficinas parece estancado. Parece que el mercado residencial es más dinámico, pero en el sentido de la revalorización de las áreas menos urbanas en detrimento de las grandes ciudades. Es la huida, protagonista del «Decamerón» de la Florencia asolada por la peste.

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    • Por desgracia, en torno a los fondos europeos ha trascendido más la bronca política en el Parlamento que la forma nada participativa en que se peiensan gestionar.

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