Salvad las ONGs

Imaginemos por un momento que participamos en uno de esos concursos televisivos en los que hay que ir acertando preguntas y nos toca la siguiente: “¿Cuál es el mayor accionista del mayor banco de España?”, y hay que elegir entre:

A) Un multimillonario latinoamericano

B) Un fondo de inversión chino

C) Una ONG española

Muchos descartaríamos inmediatamente la C) como ridícula… y nos quedaríamos sin premio. Porque el primer accionista de Caixabank -mayor grupo bancario español- es la Fundación La Caixa. Esta conocida ONG practica el precepto evangélico “cuando des limosna, que no sepa tu mano derecha lo que hace tu izquierda” (Mateo,6:3) aunque justo en sentido contrario: su obra social supongo irá dirigida hacia quienes deja en la calle vía ERE (6.452 pactados con los sindicatos) o sin sucursales bancarias (1.200) hundiendo aún más la España vaciada, o poniendo trabas para que los clientes no acudan en persona a las sucursales.

​Ambigüedad bajo unas siglas con prestigio

Aunque las ONGs son las organizaciones que tienen el mayor prestigio entre todas las entidades públicas o privadas en nuestro país, el rótulo de Organizaciones No Gubernamentales cubre organizaciones de todo tipo: Fundaciones privadas con claros objetivos ideológico-politicos -desde la extrema derecha a la extrema izquierda- hasta las denominadas ONGs de “acción social”, dedicadas a la ayuda a sectores necesitados de la población.

No entraré en el papel muchas veces controvertido que juegan las Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo (ONGD), es decir las que actúan a nivel internacional bien en escenarios de conflictos militares, o bien para paliar situaciones extremas de pobreza en países en desarrollo. En el primer caso merece la pena repasar el libro de David RieffUna cama por una noche. El humanitarismo en crisis”; para el segundo caso el libro de los Premio Nobel de Economía A.V.Benerjee y E.DufloRepensar la pobreza. Un giro radical en la lucha contra la desigualdad global”.

​La dependencia financiera de las ONGs de “acción social” en España

Estas ONGs dependen en modo creciente no de sus socios o donantes particulares sino de las subvenciones públicas o de fondos aportados por grandes empresas. Cuesta creer que estos flujos financieros no tengan “un precio”, aunque sólo fuera por la autocensura que las ONGs deben imponerse para recibir tales dineros: proximidad con el organismo político que distribuye los fondos; colaboración tácita o explícita con la llamada Responsabilidad Social Corporativa de la empresa de turno, tal y como aconsejan desde ECOSOAM y denuncian por su lado desde Economistas sin Fronteras; etc.

Cada vez son más frecuentes, en particular cuando se acercan las Navidades, las campañas de marketing del tipo: “por cada compra que nos haga, donaremos X euros a la ONG XXX”, siguiendo el modelo “siente un pobre a su mesa” que inmortalizó la película Plácido, de Luis García Berlanga.

El reparto de subvenciones ha llegado incluso a desembocar en una disputa entre ONGs para ver cuál o cuáles se hacían con aquéllas. Sin comentarios.

​“Médico, cúrate a ti mismo” (Lucas,4:23)

Los problemas financieros quizá estén a la raíz de las condiciones laborales de los trabajadores de ciertas ONGs, como denuncian algunos empleados de Cruz Roja de Barcelona, que aseguran que sus condiciones son tan precarias que algunos de ellos «son casi tan vulnerables como a las personas que atendemos».

De hecho el Convenio colectivo estatal del sector de acción e intervención social recoge salarios por debajo de los 16.000 euros brutos anuales.

Pero la situación más precaria la sufren los captadores de socios, sujetos a una fuerte temporalidad, salarios a comisión y un mínimo de captaciones para evitar el despido. Estas condiciones se agudizan cuando se utilizan sub-contratas para esta labor, incluso usando la figura del trabajador “autónomo”.

​Dejación de las Administraciones Públicas

Las ONGs están presionadas por las propias AAPP, que “delegan” en aquéllas tareas que sin lugar a dudas deberían ser gestionadas por los poderes públicos. Así por ejemplo, “en la mayoría de los países de Europa, la acogida a personas que buscan asilo está en manos del Gobierno, mientras que España tiene un sistema bastante único y la gestión de las plazas está en manos de ONG”.

El gobierno actual planea ir incluso más allá, al facultar ONGs para que acrediten la idoneidad de algunos potenciales beneficiarios a los que no les estaba llegando el Ingreso Mínimo Vital, dados los escasos resultados que este programa está alcanzando hasta el momento.

En conjunto el balance es más bien descorazonador. El relator de la ONU sobre extrema pobreza y derechos humanos sentenció recientemente: “España es el cuarto país más rico de la UE. Se puede permitir hacer mucho y hacerlo mejor, si quiere, pero ha decidido no hacerlo”.

​Y sin embargo…

Pero las ONGs (algunas) siguen siendo necesarias, como elementos intrínsecos de la sociedad civil. Mi participación personal en algunas de ellas pretende dar testimonio.

El próximo post dentro de dos martes, el 7 diciembre 2021

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