No dedicaré espacio para describir la situación del medio ambiente: informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas -ver El País o The New York Times– o el consenso de los científicos no dejan margen de duda.
Más alarmante es la forma como se está abordando el problema.

“¡Hay que dar miedo!”
Hans Rosling, que dedicó su vida a desmentir con datos muchas visiones falsas de los problemas mundiales, relata en su famoso libro Factfulness la forma como Al Gore le proponía abordar el cambio climático:
“¡Tenemos que provocar miedo!” Eso es lo que me dijo Al Gore al inicio de nuestra primera conversación sobre cómo concienciar a la gente sobre el cambio climático. Era el año 2009… Sin embargo, no podía estar de acuerdo con lo que me había pedido. No me gusta el miedo… El miedo, unido a la urgencia nos hace tomar decisiones drásticas con efectos secundarios impredecibles. El cambio climático es demasiado importante… Y no me gusta la exageración. La exageración mina la credibilidad de los datos fundamentados: en este caso, los datos que demuestran que el cambio climático es real… La exageración, cuando se descubre, hace que la gente desconecte por completo. (pp.263-4)
Negro por dentro, verde por fuera
Peor aún: corremos el peligro de pasar del miedo a la banalización. “Sostenible”, “inclusivo”, “circular”, “cuidamos el planeta”… ¿Qué anuncio hoy en día no incluye alguna de estas expresiones? El llamado ecoblanqueo o greenwashing es una forma de marketing “verde” que de manera engañosa promueve la percepción de que los productos, objetivos o políticas de una organización son respetuosos con el medio ambiente, con el solo fin de lavarse la cara y aumentar beneficios. El greenwashing está proliferando de modo vergonzosamente alarmante.
Pero también los gobiernos practican esa doble cara. Por ejemplo, entre los principales países europeos España es el mayor financiador de combustibles fósiles en el extranjero: entre 2018 y 2020 destinó 6.500 millones de euros a la industria de los combustibles fósiles y sólo 120 millones en energías limpias. Ha habido que esperar a la reciente conferencia de Glasgow para que se asumiera el compromiso de acabar con esa financiación… a finales de 2022.
Buscando culpables
Si el miedo es la palanca que se usa para concienciar sobre el calentamiento global, la reacción inmediata es la búsqueda de culpables y su condena sumaria, siempre “los otros”.
¿Quién contamina más? Según el Global Carbon Project las emisiones de CO2 en el año 2020 están encabezadas por China (10,7 GtCO2), seguida por USA (4,7), India, (2,4), Rusia (1,6) y Japón (1,0). Pero si se mide en emisiones per cápita la escena cambia drásticamente. Ahora los culpables son Arabia Saudí (18,0), Australia (15,4), Canadá (14,2), USA (14,2) y Corea del Sur (11,7).
Todo ello referido al año 2020. Pero durante los últimos 170 años los países ricos (USA, Canadá, Japón y gran parte de Europa occidental) que representan solo el 12 por ciento de la población mundial actual, son responsables de la emisión del 50 por ciento de todos los gases de efecto invernadero.
Asistimos a la paradoja de cómo la opinión pública en los países desarrollados es la más ferviente defensora de políticas anti-calentamiento global, pero la factura y las críticas se ceban con los países pobres.
En idéntico sentido, tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos algunos planes ecológicos acaban agudizando las diferencias sociales.
Estas mismas contradicciones se dan en nuestro país donde el mundo rural agrícola y ganadero es víctima o culpable dependiendo del punto de vista que se adopte. España ha sido denunciada por la Comisión europea por no proteger sus aguas de la contaminación por nitratos agrícolas. Pero a la vez el encarecimiento de la energía o los fertilizantes está hundiendo las explotaciones agrícolas.
Políticas caóticas
Cuando se está más atento a las llamaradas de opinión pública que a buscar auténticas soluciones, las políticas llevadas a cabo en España se hunden en el caos. Como señalan dos investigadores de la Universidad Pública de Navarra:
“Por ejemplo, en relación a la energía, coexisten más de 140 normas… “En este pandemonio legal, desde que se liberó el mercado de la luz en 1997, cada cambio de gobierno ha generado un intento de resolver el problema energético modificando drásticamente el rumbo: reducción de impuestos para empresas energéticas, estímulo de renovables, eliminación de estímulo de renovables, exenciones fiscales, eliminación de exenciones fiscales…”
Geopolítica de la transición energética
En este proceso adquieren nuevo protagonismo materias primas vinculadas al almacenamiento energético (litio, grafito, cobalto) o a las energías renovables y la economía digital (cobre, aluminio, níquel, tierras raras). Sus yacimientos en buena parte están ubicados en China o países africanos bajo su influencia.
En España los yacimientos de litio en Extremadura o de tierras raras en Ciudad Real están precisamente paralizados por su impacto medioambiental.
Seguirá en el próximo post, dentro de dos martes, el 21 diciembre 2021
[…] podía dejar el post anterior sin abordar más a fondo las políticas medioambientales […]
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