Los múltiples frentes de la invasión de Ucrania

Una guerra a medir en años

Desearíamos que esta pesadilla acabara rápidamente. Pero pasados dos meses desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania va quedando cada vez más claro que esta guerra no va a ser ni corta ni localizada. “Creo que este es un conflicto muy prolongado y creo que al menos se mide en años”, declaraba recientemente el general Mark Milley, Jefe del Estado Mayor Conjunto del ejército norteamericano.

Por su parte Bill Browder, probablemente el mejor conocedor del entramado financiero ruso y quizá por eso incluido en la lista de los mayores enemigos de V.Putin, señalaba también que todos estamos atrapados en este conflicto a fuego lento que seguirá durante años.

Los frentes de la guerra

Aunque no nos guste, esta invasión afecta directamente a toda Europa, y con repercusiones de alcance mundial. Los frentes abiertos son muchos, todos ellos con implicación directa en nuestro país. Enumero algunos.

En el terreno militar

Decía recientemente el filósofo marxista francés Étienne Balibar:

“el pacifismo no es una opción. El imperativo inmediato es ayudar a los ucranianos a resistir. No repitamos la ‘no intervención’. De todos modos, la Unión Europea ya está involucrada en la guerra. Aunque no envíe tropas, está entregando armas, y creo que hace bien en hacerlo. Es una forma de intervención”.

(ctxt.es)

Junto a ello un amplio número de países europeos han anunciado la modificación de sus políticas de defensa, tanto en lo que se refiere a los presupuestos militares como a su “realineamiento” en el tablero mundial. En este contexto cobra especial relevancia la cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid a finales de junio.

Los refugiados ucranianos

Los millones de desplazados ucranianos están poniendo a prueba el sistema de acogida europeo de refugiados que acumula más de 15 meses de retraso medio en las solicitudes de asilo. En España la Oficina de Asilo registra 17 meses de trabajo pendiente.

Las loables iniciativas individuales y de voluntariado que se han puesto marcha deben evitar daños no intencionados si se mueven por la emocionalidad más que por la eficacia. Por desgracia una vez más los medios de comunicación están contribuyendo a estas actuaciones. Como señala el profesor de la Universidad de Oviedo Antonio Blanco, “más que la causa, el fin habrá de definir el altruismo. Es necesario superar toda visión caritativa para desarrollar una mirada ‘eficiente’ de la ayuda”.

Las fuentes de energía

Es sabido que la principal arma del presidente Putin es la dependencia europea de los suministros de energías fósiles rusas. El caso más llamativo es el de Alemania. Paul Krugman, premio Nobel de economía, señala cómo Alemania se ha convertido en la facilitadora de Putin: llama la atención la reticencia alemana a hacer sacrificios frente a los que exigió a otros países en la crisis de deuda.

Y sin embargo la cooperación y solidaridad entre países aseguraría el gas en Europa si Rusia cortara el suministro. En el caso español falta saber qué repercusión tendrá el cambio de política de nuestro gobierno en el conflicto del Sahara Occidental-Marruecos-Argelia sobre el suministro de gas. Pero en todo caso tenemos al alcance de todos medidas para que colectivamente seamos menos dependientes del suministro exterior de gas.

Desencadenamiento de una nueva crisis económica mundial

La invasión a puesto fin a la globalización experimentada durante los últimos treinta años. Según el Banco Mundial la economía de Ucrania se contraerá un 45%, pero otras economías sufrirán impactos graves en todo el mundo. A la crisis energética y las distorsiones en las cadenas mundiales de suministros, se añade el impacto en los mercados de granos y fertilizantes, al ser Ucrania y Rusia los principales exportadores mundiales de ambas mercancías. Su efecto en el sector agrícola, en particular en los países menos desarrollados, será severo.

Los oligarcas, el turismo ruso de lujo y las mafias

En España nos hemos beneficiado de la presencia de los oligarcas rusos en nuestras zonas clásicas de veraneo y en general del turismo ruso de lujo. Todo ello acompañado de la presencia creciente de las mafias, cercanas a las actividades de lavado de dinero de aquéllos.

Por ello es significativo que por fin parece que la justicia española ha cambiado de criterio y ha empezado a actuar contra esas mafias. Supongo que la industria española del turismo estará empezando a tomar nota.

Otro tiempos que parecían tan lejanos

Volviendo a Alemania, no puedo sino citar el libro de Paloma Sánchez-GarnicaÚltimos días en Berlín”, finalista del premio Planeta 2021, que describe la lucha por la supervivencia de unos personajes atrapados entre el ascenso del nazismo en Alemania durante los años treinta hasta el brutal asalto del ejército soviético a Berlín al final de la IIª Guerra Mundial en 1945. Ambos extremos de aquella guerra parece que se reproducen nuevamente en la Rusia actual.

El próximo post dentro de dos martes, el 26 abril 2022

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¿Nos estamos hundiendo? I: la situación

El diluvio de [pseudo]informaciones con el que los medios de comunicación y los dirigentes políticos nos bombardean a diario, junto a la crispación social que fomenta, embota nuestra capacidad de atención y nos deja sumidos en una mezcla de irritación y desesperación.

Nos sentimos zarandeados igual que lo hacen las olas del mar, mientras intentamos asirnos a los restos del naufragio. La entrada en pánico nos lleva a veces a agarrarnos al cuello de otra persona, incluso aunque sospechemos que así ambos acabaremos en el fondo.

​Los árboles y el bosque

En esta situación es difícil tener una perspectiva clara de dónde estamos -poder formular con claridad el problema- que es sin embargo un paso previo imprescindible para ser capaz de buscar soluciones. Por eso es necesario remontar el vuelo y obtener una visión de conjunto.

En esencia, aun a riesgo de presentar un panorama demasiado resumido, nos encontramos inmersos en un cambio en profundidad en la historia de sociedades desarrolladas como la nuestra. Los nuevos elementos surgidos durante los últimos decenios del siglo XX impactan contra unas reglas de juego económicas, sociales y políticas que ya no sirven para encarar las nuevas tensiones.

​Un panorama demográfico transformado

Desde el punto de vista demográfico asistimos a la beneficiosa prolongación de los años de vida saludable, acompañada por una reducción de la natalidad en el mundo desarrollado y los países emergentes asiáticos. Sólo África sigue manteniendo tasas de natalidad altas, lo que se traduce en una creciente descompensación de la población entre regiones mundiales, con la consiguiente presión migratoria.

Pero en el seno de las sociedades occidentales un factor de avance como es la progresiva incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, gracias la mejora de los niveles educativos y las técnicas de control de la natalidad, no ha encontrado todavía una respuesta satisfactoria en el conjunto de la sociedad tanto dentro como fuera del hogar, lo que genera tensiones laborales y sociales sin resolver.

El impacto de la globalización

La irrupción de las nuevas tecnologías de la información, por un lado, y el abaratamiento del coste de los transportes (al menos antes de la pandemia), por otro, han provocado la deslocalización mundial en la fabricación de bienes y las cadenas de suministros: la “globalización”. El impacto en los mercados de trabajo de las sociedades desarrolladas ha sido demoledor y los gobiernos de éstas, tanto de “izquierdas” como de “derechas”, no han hecho esfuerzos sustanciales para ayudar a los “perdedores” de la globalización, más allá de poner en marcha subsidios de tipo clientelista.

En las sociedades desarrolladas, las élites financieras y tecnológicas (el 1% de la población) han multiplicado su cuota de riqueza, mientras las clases media y media-baja están sufriendo una seria disminución de sus ingresos y un deterioro profundo de su estatus social, alimentando así los populismos de izquierda y de derecha. En contraposición, extensas capas de población en los países emergentes están saliendo de la pobreza extrema, de modo que en conjunto la población mundial está viviendo una mejora de su nivel de vida.

​¿Cómo estamos reaccionando en un país como el nuestro?

Dicho con una sola palabra: MAL.

Ante encrucijadas como la actual la historia nos enseña que la situación puede resolverse en un sentido positivo -un avance de las sociedades en su conjunto- o una regresión social. El resultado no está dado de antemano sino que depende de si contamos con estructuras de participación social inclusivas o no, es decir que permitan el equilibrio de intereses entre diversos grupos sociales con unas reglas de juego democráticas y respetuosas con el adversario.

Se podría argumentar que “nuestras instituciones” están mostrando una “resiliencia” a prueba de fallos y por tanto no hay que ser alarmistas. Pero la acumulación de tensiones siempre da paso a un momento de ruptura en el que ya no hay vuelta atrás. Hay quien sigue pensando que “cuanto peor, mejor”, pero lo más probable es que sin soluciones constructivas “cuanto peor, será peor”.

Un ejemplo: el reto demográfico

Para responder al aumento de la esperanza de vida de las personas y no penalizar a los jubilados presentes y futuros se necesita ampliar la base de contribuyentes, es decir ampliar el mercado de trabajo en número, en cualificación y en estabilidad. En las sociedades occidentales la única vía para hacerlo es el esfuerzo en investigación, desarrollo e innovación, no a base de exenciones fiscales para quien haga algo, sino a partir del liderazgo activo de un estado emprendedor.

Basta con echar una ojeada a las cantidades que en España, en el marco de los Fondos Europeos NGEU, se destinan a la investigación y desarrollo o la mejora de los niveles educativos de la población española para ver que no vamos por la senda adecuada.

Continuará en el siguiente post.

El próximo post dentro de dos martes, el 20 julio 2021