La vieja Europa se hace más vieja

El viejo continente también envejece en su población. Un 20% de ésta tiene más de 65 años, que pasará a convertirse en el 30% en 2070. El peso de los mayores de 80 años se duplicará, alcanzando el 13% en 2070. Quienes necesitarían cuidados de larga duración pasarán de 19,5 millones en 2016 a 23,6 millones en 2030 y a 30,5 millones en 2050.

A la luz de estas cifras la Comisión Europea acaba de lanzar una consulta pública sobre los retos y las oportunidades del envejecimiento de la sociedad europea.

​¿Buenas o malas noticias?

Para muchos envejecer es una mala noticia. Hoy en día sólo son los niños los que quieren cumplir años lo más pronto posible. Pero a partir de una cierta edad -cada vez más corta, por cierto- vivimos la vida como una constante caída hacia la decadencia física y la irrelevancia social. ¿Dónde quedó el deseo de alcanzar la sabiduría y el respeto de los demás que antiguamente otorgaba el hecho de acumular años de vida?

En otro post escribí que concibo la vida como una pieza musical que hay que disfrutar momento a momento, sin lamentar que vayan pasando los sucesivos compases, y de la que somos a la vez intérpretes y público. Por eso una vida más larga, es decir con una vejez más prolongada, es en principio para mí una buena noticia.

A nivel colectivo

Como muy bien denuncia un grupo de demógrafos españoles en la obra colectiva Demografía y posverdad. Estereotipos, distorsiones y falsedades sobre la evolución de la población, sufrimos un aluvión de medias verdades o simples mentiras («posverdades«) sobre la evolución demográfica, sus causas y sus consecuencias.

Así, hemos pasado de los miedos a la superpoblación del planeta y la falta de recursos para alimentar a tanta gente, que nos aterraban en los años setenta, a los miedos al estancamiento de la población, su envejecimiento y la decadencia de la humanidad. En realidad, las transiciones demográficas han brindado una reducción de la mortalidad infantil de siglos pasados y una prolongación del ciclo de vida y de la mejora del bienestar para quienes rebasan la barrera de los 65 años. Tan es así que este segmento de población empieza a ser «objeto de deseo» comercial en la llamada silver economy. ¿Es para asustarse o para alegrarse?

Julio Pérez Díaz habla de una «democratización de las vidas completas [que] ha permitido que todos los que nacen tengan opción de llegar a adultos y procrear, en vez de fallecer prematuramente sin contribuir a la reproducción poblacional. (…) Como en otras revoluciones productivas, ha liberado mano de obra (la mitad de la humanidad, las mujeres) de una ancestral sobredeterminación por los roles reproductivos, permitiendo su dedicación a la producción de otros bienes y servicios, pero también liberándola del control patriarcal y conyugal. Todo esto no es el resultado de un creciente egoísmo, (…) muy al contrario, se ha conseguido invirtiendo más en los hijos que se tienen…» (op.cit. p. 182).

​No es la demografía: es la economía

En el caso de España estamos inmersos en un debate, más basado en griterío que en hechos fundados, sobre la relación de dependencia laboral entre la población empleada y la población (mal llamada) inactiva, y el «problema» del sostenimiento de las pensiones.

En el primer caso no existiría ningún problema cuando las generaciones más jóvenes están mucho mejor formadas que antaño, y por tanto con unas capacidades productivas teóricamente mayores y una población femenina con tasas de actividad mucho más altas que las generaciones anteriores. Es decir la capacidad de sostenimiento se ha incrementado mucho, si no fuera porque… las tasas de desempleo en este segmento son vergonzosamente altas y muchos jóvenes optan por trabajar en el extranjero… contribuyendo así al mantenimiento de las pensiones de otros países. La economía española es incapaz de absorber una mano de obra más formada -la inversión en I+D en España sigue siendo tercermundista-, las políticas de transición del mundo educativo al laboral brillan por su ausencia y, en fin, la propia formación de nuestros jóvenes ha ganado en cantidad de años pero no está claro si también en calidad.

​¿Y las pensiones?

El ministro Escrivá ya señaló que el déficit de la Seguridad Social se debe a gastos impropios que no deberían estar ahí cargados.

Pero además, desde las reconversiones industriales de los años ochenta se viene practicando una política de pre-jubilaciones y jubilaciones anticipadas que coloca en un limbo laboral a un número creciente de trabajadores de más de 50 años. Este colectivo expulsado del mercado de trabajo no espera otra cosa que jubilarse cuanto antes, habida cuenta de la imposibilidad de encontrar un nuevo empleo. ¿Se extraña alguien que se esté produciendo en estos años un aumento de las jubilaciones anticipadas?

El próximo post dentro de dos martes, el 16 marzo 2021

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