Encerrados en un “Escape Room”

En España nos sentimos encerrados en una situación social y política desilusionante, contemplando día tras día el espectáculo de las mismas peleas de gallos en el Parlamento y los platós de televisión, bombardeados por las las mismas pseudo-noticias en los medios de comunicación, constatando la misma falta de soluciones para atajar el desempleo y la desigualdad social, el mismo despilfarro y arbitrariedad en la gestión de los bienes públicos, la creciente polarización entre ofendiditos de un color y otro… Y no, no es “culpa” de la pandemia. Un catálogo aún más extenso de síntomas de nuestra situación nos lo ofrece Rafael Jiménez Asensio en la última entrada de su blog.

Por eso no puede sorprendernos ese goteo continuo de personas que se decantan por “soluciones” radicales, también de un color y otro.

​Como en un “Escape Room”

Quienes hayan estado en algún Escape Room, tan popular en estos años, pueden haber vivido situaciones que recuerdan a lo apuntado más arriba. Metidos en una habitación de la que hay que salir en un tiempo determinado, un grupo de personas debe descifrar enigmas o acertijos para lograrlo: pero muchas veces no sabemos por dónde buscar o en qué fijarse; tenemos la sensación de que el resto del “equipo” no colabora o incluso es un incordio; y los ánimos se van caldeando o se hunden…

Pero quien ha participado en estos juegos sabe muy bien que para superar la prueba con éxito es necesario poner en práctica ciertas formas de actuar que son útiles también en el caso de nuestra sociedad española. ¿Cómo hacerlo? Hay dos reglas básicas.

​Primera: indagar en lo que nos rodea sin caer en trampas emocionales

Tim Harford, en su reciente libro 10 reglas para comprender el mundo, nos brinda la primera pista:

“Debemos aprender a concedernos un segundo y fijarnos en nuestra reacción emocional ante una afirmación, en lugar de aceptarla o rechazarla por lo que nos hace sentir”

La habitación del Escape Room está llena de pistas falsas u ocultas y nuestra atención es reclamada por lo que nos gusta o nos disgusta, es decir hacia lo que nuestras emociones positivas o negativas dirigen nuestra atención. El ruido mediático y las fake-news matan nuestra capacidad para entender objetivamente el mundo que nos rodea. Pero como dice este autor, “debemos mantener la mente abierta, preguntarnos en qué podemos estar equivocados”.

El carrusel de mensajes emocionales que recibimos nos mantiene siempre en la superficie de las cosas, sin que intentemos siquiera indagar qué hay detrás. Nuevamente Tim Harford nos lo resume: “Sé curioso”. La curiosidad es la llave maestra para un Escape Room… y para manejarse en el mundo de hoy. Hay que probar una posibilidad tras otra, innovar, no dar nada por sentado, no tener miedo a ensayar nuevos enfoques…

​Segunda: sin colaboración no hay éxito

Cuando el tiempo va corriendo y no sentimos que avanzamos en el Escape Room, empezamos a pensar que hemos elegido mal nuestros compañeros de juego: se dedican a perder el tiempo, no buscan con la misma intensidad, no comparten la información, se están convirtiendo en una carga en vez de una ayuda…

Pero la verdad es que cualquier persona es tan buena o tan mala como cualquier otra cuando estamos encerrados en un Escape Room. Junto a la primera regla, la segunda consiste en repartirse el trabajo, intercambiar la información, comentar lo que se ve o no se ve, etc.

Cuando nos echamos en brazos del “American First”, el Brexit o el procés català estamos renunciando a una herramienta indispensable para salir del atolladero.

Los Escape Room no están diseñados para que los disfrute una persona en solitario; exigen muchas veces actuar de modo simultáneo en distintos rincones o sobre varios elementos a la vez y, por supuesto, compartir información.

En nuestra sociedad nadie tiene el cien por cien de los conocimientos y recursos, ni tampoco el cero por ciento. Sólo se construye y se avanza cuando se comparten las propuestas, las experiencias y los conocimientos; pero no de una forma “buenista” (=todo vale) sino analizando, examinando o si es necesario criticando lo que no nos parezca correcto, pero sabiendo que siempre nuestro interlocutor tiene razón en algo, que hay que descubrir e incorporar.

​¿Fácil?

Claro que no. Pero el esfuerzo merece la pena.

La psicóloga norteamericana Carol Dweck nos recuerda en su muy visionada Charla TED que no conseguir nuestro objetivo hoy no es haber fracasado, sino más bien no haberlo alcanzado todavía. “La fortuna favorece a los que se atreven” (Audentis Fortuna iuvat) escribió Virgilio en la Eneida (Libro X, verso 284). Si un jubilado valenciano ha puesto nerviosos a los bancos españoles, lo escrito por Virgilio parece que funciona.

El próximo post dentro de dos martes, el 1 marzo 2022

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Cuando los bancos se acuerdan de los mayores… o no

​Una llamarada mediática

El pasado diciembre un jubilado valenciano, Carlos San Juan, inició una campaña de recogida de firmas bajo el lema “Soy Mayor, no Idiota” para protestar por el (mal)trato que la banca dispensa a los mayores. La iniciativa ha tenido un impacto mediático fulgurante. Por eso todo el mundo está intentando subirse al carro: desde la Vicepresidenta Económica del Gobierno hasta el Defensor del Pueblo, pasando por organizaciones de mayores, el Banco de España, etc. ¡Hasta algún banco ha declarado que “están en ello”!

Como otros fenómenos parecidos es de temer que esta llamarada mediática se apague a la misma velocidad que prendió, sobre todo en cuanto pasen las elecciones autonómicas de Castilla y León, y más aún sabiendo que ni el PSOE ni el PP van a querer pelearse con los bancos.

Pero el que hoy sea un fenómeno mediático no obsta para que exista un maltrato estructural hacia el segmento de mayores y otros segmentos de población desfavorecidos, que lleva siendo denunciado desde hace ya bastante tiempo.

​¿Es que los bancos no piensan en los mayores?

Pues sí, piensan y mucho: o con más exactitud, piensan en su dinero. Eso hicieron cuando ofrecieron las famosas acciones preferentes a particulares dando a entender que se trataba de renta fija cuando no lo era y estafando a miles de personas mayores desde Caja Madrid, después convertida en Bankia y ahora CaixaBank, y otras Cajas así como en el Grupo Santander y el BBVA.

Mas recientemente la llamada economía plateada o «silver economy», es decir el dinero de los mayores de 50 años, es objeto del deseo de un creciente número de entidades financieras y de servicios.

Junto a “ofertas” tentadoras y con extensa letra pequeña difícil de desentrañar, muchas entidades financieras han promovido páginas web que intentan adular a los mayores a base de imágenes que muestran parejas de seniors irradiando felicidad. Así Canal Senior cuenta con el respaldo de Ibercaja; Vida Silver con el Banco Santander y Seguros MAPFRE; la Fundación Edad&Vida con el Sabadell, Seguros Allianz, Zurich, SegurCaixa, VidaCaixa y Seguros Caser; el Observatorio Generación & Talento con CaixaBank, MAPFRE y Seguros Generali; 60 y mucho+ con CaixaBank, Sabadell, Banco mediolanum, MAPFRE, Caser y Seguros OCASO; Senior en Red con Fundación la Caixa, Ibercaja y Caser; Fundación Mayores de Hoy con Fundación Caser; etc.

Hay que resaltar el interés particular de las compañías de seguros en este campo. No en vano un estudio de la Fundación MAPFRE con el significativo título de Observatorio del Consumidor Senior señala que en promedio los mayores tienen contratados tres pólizas de seguros. Algo tentador para cualquier aseguradora…

​Un producto emblemático: la hipoteca inversa

Según define el Banco de España, la hipoteca inversa es «un crédito o préstamo garantizado con una hipoteca que recae sobre la vivienda habitual (también sobre otras viviendas), concedido, de una sola vez o a través de prestaciones periódicas, a una persona que debe ser mayor de 65 años”.

El propietario de la vivienda recibe el importe pero retiene el uso de la misma hasta su muerte. Entonces la entidad crediticia puede hacerse con la vivienda o los herederos rescatarla, según el tipo de acuerdo. Lo que puede ser una solución económica para muchas personas mayores, no está exento de trampas de todo tipo y cláusulas de difícil comprensión que pueden afectar también a los herederos de la persona fallecida. Parecería como si la entidad financiera esperara, al contrario de un seguro de vida, el pronto fallecimiento del titular de la vivienda.

​La naturaleza se venga. El caso de Jeanne Calment

Cuando en 1965 la señora Jeanne Calment contaba 90 años, A.F. Raffray, notario de profesión, le propuso pagarle una mensualidad de 2.500 francos (381 euros actuales), hasta su fallecimiento a cambio de su vivienda: una especie de hipoteca inversa. Con lo que el notario no contaba era que estaba tratando con la persona más longeva conocida, ya que la Sra. Calment murió a los 122 años, mucho después que el propio notario, quien dejó a su viuda la obligación de seguir pagando la renta acordada. Pero esto no ocurre todos los días. Hay incluso quien dice que en verdad la Sra. Calment era un fraude.

​Digital / no digital

La otra paradoja de todo esto es que el movimiento de protesta por la exclusión de los mayores del mundo digital se ha implementado a través de una plataforma por internet, lo que muestra la necesidad de que en el proceso de digitalización de la sociedad hay que contar con los mayores y no dejarlos atrás. Pero los mayores afrontan barreras superiores a los de otros segmentos sociales, lo que hace indispensable un pacto por un nuevo contrato social, como expone Minouche Shafik en su recientemente traducido Lo que nos debemos unos a otros Un nuevo contrato social.

El próximo post dentro de dos martes, el 15 febrero 2022