Cada vez que irrumpe un nuevo escenario tecnológico, los humanos solemos equivocarnos en identificar por dónde acechan los peligros. Cuando llegó internet nos creímos que el problema era el exceso de libertad que brindaba. Ahora nos hemos dado cuenta que lo preocupante es el exceso de control que proporciona a los Estados -sobre todo los autoritarios-, pero también a las grandes empresas tecnológicas.
Con la Inteligencia Artificial y en particular con el ChatGPT está ocurriendo lo mismo. Pensamos que el peligro está en que esta tecnología imita tan bien el habla de los humanos que no hay manera de distinguir entre uno y otros. Error. El gran problema es que en realidad somos los propios humanos los que imitamos a ChatGPT, Y esto lleva ocurriendo desde hace ya algún tiempo.
Aquí van unos ejemplos
PRIMERO. Tras un partido de fútbol en el que el equipo local ha sufrido una humillante derrota, uno de los componentes del cuadro derrotado es entrevistado sobre su balance de la contienda. He aquí la respuesta al más puro estilo ChatGPT:
“Bueeenoooo, creo que merecimos un resultado más equilibrado. Hemos tenido nuestras oportunidades y pienso que el planteamiento del ‘míster’ ha sido el correcto. La Liga es larga y estamos trabajando duramente”.
Aunque en realidad está pensando:
“Gracias que no nos han metido más goles. Si no bajamos a segunda poco nos va a faltar. No sé por qué el tarugo del entrenador me sustituyó en el minuto 61. A ver si me contrata algún país del Golfo Pérsico y por lo menos hago caja”.

SEGUNDO. Tras un duro revés en el Parlamento, una ministra es preguntada sobre lo que piensa al respecto. Nuevamente recibimos la respuesta tipo ChatGPT:
“Bueeenoooo, creo que en realidad ha sido una victoria de nuestros planteamientos. Como bien ha dicho el Presidente [incluir aquí la consigna del día]. Además, estamos trabajando en un ambicioso Plan -sostenible, inclusivo, transversal, de proximidad, respetuoso con el medio ambiente y acorde con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU- que ayudará a 8,4 millones de hogares vulnerables”.
Aunque en realidad está pensando:
“¡Uff…! ¡Esto de estar de campaña electoral permanente es un coñ…! Y con estos socios de coalición quién necesita enemigos. Pero en fin, aunque cada vez tenga que pasar más porcentaje de mi sueldo al partido, al menos desde el Ministerio puedo cubrir mejor los negocios de mi pareja y además me pagan el piso. Al fin y al cabo hace mucho frío fuera del Gobierno”.
Esta imitación de ChatGPT la podemos ver todas las mañanas (y tardes y noches) en las tertulias televisivas, en las que los tertulianos han recibido momentos antes el correspondiente mensaje de WhatsApp de su organización detallando: a quién hay atacar, a quién defender, las consignas del día (a recitar de memoria, sin cambiar una coma), cuándo y cuánto hay que gritar para callar a un contertulio que saca un tema espinoso o se mete con nuestro jefe de filas, los datos estadísticos reales o cocinados que hay que esgrimir, etc.
Una vez más, hace mucho frío fuera de los platós de televisión, y cada uno es consciente de quién le ha colocado ahí para representar y defender a los nuestros.
Los medios de comunicación… otra vez
A nadie le gusta hacer esos “papelones” ante las cámaras, pero es que los medios de comunicación están como buitres esperando algún patinazo que dé materia para toda una semana de espacio mediático: recogida de reacciones a favor y en contra, repetición ad nauseam de las declaraciones originarias, opiniones de sesudos expertos, recopilación de datos estadísticos reales o cocinados que corroboran o refutan el tema en discusión, equipos de investigación que desmenuzan hasta en sus detalles más intrascendentes pero escandalosos “lo que está detrás”, etc.
¿Pero qué esperamos de las declaraciones de futbolistas, ministras y tertulianos? Porque quien dé pie al “revuelo mediático” se puede llevar un buen tirón de orejas si se sale del guión de hierro que ha recibido. ¡Y hasta bajar puestos o incluso desaparecer de la lista electoral, o del equipo titular el próximo partido (de fútbol)!
Con razón las audiencias de las televisiones en abierto están cayendo en picado.
¿Y en las redes sociales?
En estos antiguamente considerados espacios de libertad la imitación de ChatGPT es una auténtica epidemia. Los temas y enfoques son penosamente repetitivos: la gestión del talento senior, las cualidades que deben adornar un auténtico líder, las soluciones para la España vaciada, el pensamiento positivo, crecer interiormente, cómo fluir, integrarse en el entorno de la naturaleza, nutrición saludable, comunicación emotiva, sé tu misma, rompiendo moldes, etc.; todo en un tono entre acaramelado y místico, además de rancio.
Al menos nos quedan las telenovelas turcas, aunque éstas sí parecen hechas por ChatGPT, que repiten situaciones, diálogos, abalorios, bandas sonoras y hasta los actores.
El próximo post dentro de dos martes, el 16 mayo 2023