Publicidad navideña: moñas y mentirosa

Como ya es costumbre cuando llegan las Navidades hemos sufrido un auténtico diluvio de publicidad, aunque esta vez ha ido un paso más allá de lo habitual. En primer lugar han escaseado los anuncios “ONGeros”, quizá porque tenemos demasiado cerca dos guerras (invasión de Ucrania y guerra Hamas-Israel) y por la polarización de opiniones sobre las migraciones hacia nuestro país. Y las imágenes clásicas que poblaban esos anuncios de ONGs, lejos de recordarnos las campañas del Domund de nuestra infancia, quizá iban a abrir heridas que todavía están muy presentes.

Vuelta a casa

En cambio ha vuelto a casa por Navidad la publicidad hiper-sensiblera basada en la manipulación hasta extremos insoportables de imágenes caricaturescas de los entornos familiares y hogareños: ”¿tú crees que lo hemos hecho bien?” Al menos el anuncio en sí parece que se ha hecho bien, ya que ha sido el claro triunfador de publicidad moñas de la temporada navideña.

Pero no ha sido el único. Esta vez ha habido una dura competencia para conquistar nuestra capacidad sensiblera y/o de compasión que, no lo olvidemos, tiene unos límites bien definidos.

Así una multinacional de venta de muebles nos quiere ayudar a vivir la Navidad familiar sin estresarnos, porque parece que ya tenemos de sobra con el estrés que nos produce el tener que montar los muebles que les compramos.

La cota más alta de publicidad moñas familiar la alcanza una empresa cárnica que, aparentando criticar la publicidad basada en la Inteligencia Artificial y la simulación de los valores familiares concluye con una exaltación aún mayor de los mismos. Denunciar una cosa para hacer justamente eso mismo parece ser marca de la casa, habida cuenta de lo ocurrido con su campaña navideña del año pasado, por la que se le acusó de postureo ecológico o greenwashing.

Otra multinacional de bebidas refrescantes nos invita a comportarnos como Papá Noel, aunque ellos se dediquen a demandar a una tribu indígena colombiana que comercializa una bebida derivada de la hoja de coca llamada Coca Pola.

Una gran empresa de telecomunicaciones por lo visto se dedica a mandar besos por su red, pero lo que está mandando es a 3.421 empleados mayores de 55 al desempleo (¿no eran el “talento senior” del que tanto se habla pero ninguna empresa quiere para sí?).

Por su parte, una conocida empresa energética se apunta en su haber todas las victorias del deporte femenino patrio, aunque se dedique al “escandaloso” vaciado de embalses para producir energía más barata, pero sin bajar los precios.

Unos grandes almacenes proclaman estar llenos de magia, pero si queremos hacer una reclamación online más bien pensaríamos en brujería.

En fin, la medalla de oro del cinismo se la lleva una plataforma de venta por internet que tras ser demandada por el gobierno norteamericano por prácticas monopolísticas ilegales nos brinda una campaña navideña titulada “La alegría de compartir”.

Total, que acabamos sin saber a qué atenernos porque si “No hay mayor suerte que la de tenernos” ¿para qué vamos a jugar a la lotería? Pero “Al menos tengo salud”, nos aparenta consolar una multinacional francesa de productos lácteos. No hay por qué dudar de sus sentimientos hacia nosotros, aunque haya tenido que echar mano de una empresa especializada en la confección de ”branded content y marketing de contenidos” para justificarlo. ¿De verdad se preocupa por nuestra salud? Ya hace años fue denunciada por publicidad engañosa y recurrir al temor, y más recientemente por saltarse la normativa sobre Productos Lácteos Sostenibles o rebajar el precio del litro de leche a los ganaderos andaluces.

En conclusión: “Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen” (Evangelio de San Mateo, 23:3).

Barra libre de “pibones”

Otro de los efectos “mágicos” de la publicidad navideña es que lo políticamente correcto deja de tener aplicación. Cuando nos pasamos el año siendo aleccionados sobre la lucha contra la cosificación de la mujer como objeto erótico deseable, o las campañas contra la gordofobia y otras similares basadas en indignatitis identitarias, los anuncios de perfumes, fragancias y colonias nos recuerdan que donde hay un pibón (ella o él) que se quite todo lo demás.

Entendería que unos hicieran una cosa y otros la contraria. Pero cuando son los mismos medios de comunicación que nos acusan de machismo, discriminación, etc. los que viven de la emisión publicitaria de imágenes que refuerzan ese machismo y discriminación, empezamos a no creernos ni una cosa ni la otra.

Como también quedan un poco en entredicho las sucesivas campañas, también mayormente publicitarias, con las que el Ministerio de Igualdad nos ha venido insistiendo en los últimos tiempos. Quizá una simple declaración de apoyo Narges Mohammadi, Premio Nobel de la Paz 2023 y feminista represaliada y encarcelada por el régimen de Irán, hubiera sido más convincente.

El próximo post dentro de dos martes, el 23 enero 2024

2 comentarios en “Publicidad navideña: moñas y mentirosa

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