Auge y caída de Podemos

La semilla

Durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero surgió en la Puerta del Sol de Madrid el movimiento 15-M (15 mayo 2011), protesta de la juventud indignada por la desastrosa forma de gestionar la crisis económica que comenzó en 2008. No fue el único movimiento en el mundo, pero sí uno de los que tuvieron mayor notoriedad.

El ascenso

El heredero político de esta protesta fue el nuevo partido Podemos. Su entrada en escena se produjo en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, donde consiguió el 8% de votos y 5 eurodiputados, batiendo todos los sondeos electorales que le otorgaban alrededor de un 2% de sufragios. Las elecciones europeas, que los votantes perciben como irrelevantes dada la lejanía y falta de alcance de las actuaciones de ese Parlamento, suelen ser un momento idóneo para que nuevos partidos recojan así un voto de expresión de descontento de buena parte del electorado.

Lo cierto que ese resultado situó a Podemos en el centro del escenario político y supuso su ascenso fulminante en las encuestas de intención del voto. Tan es así que en el Barómetro del CIS de enero de 2015 estimaba una intención de voto del 24,5%, superando al PSOE en 2,3 puntos y colocándose sólo por detrás del Partido Popular.

Fueron los años de rebelión de millones de personas descontentas con la actuación de los partidos gobernantes en la gestión de la crisis económica, como sucedió con el triunfo de Donald Trump en 2016 o la votación del Brexit en ese mismo año.

De asaltar el cielo a hacer como Ícaro

En octubre de 2014 Pablo Iglesias proclamaba: “El cielo no se toma por consenso: se toma por asalto”. En esa “ascensión” fue desprendiéndose de los demás fundadores del partido, tomando la senda hacia un caudillismo sin oposición interna. Pero como en el caso de Ícaro, el volar tan cerca del sol con unas alas endebles hechas de cera no hicieron sino provocar su caída libre.

Un aviso de este descenso lo proporcionó la nueva convocatoria electoral al Parlamento Europeo de 2019, donde la unión de Podemos con IU en Unidas Podemos lejos de acumular supuso un notable retroceso respecto a la suma de ambas formaciones en 2019.

Daba lo mismo. En enero de 2020 Unidas Podemos entra en el gobierno de coalición y se centra sin ningún aspaviento en mantener las posiciones gubernamentales, sin importar el hundimiento de su rédito electoral. Hizo así suyo el viejo chiste: “Agárrate de la brocha [del gobierno], que me llevo la escalera [de tu base social]”.

La fase de descomposición

Las últimas noticias son un rosario de reveses y de decisiones autoritarias internas, acompañadas de expulsiones y dimisiones: Roberto Sotomayor, Sergio García Torres, Covadonga Tomé, etc; además de la escisión parlamentaria (y probablemente electoral) con Sumar y la agudización del caudillaje personal de Pablo Iglesias en la sombra.

La última vez que el Barómetro del CIS estimó la intención de voto hacia Podemos, -en mayo de 2023- le otorgaba una 6,1%, ni la cuarta parte de lo alcanzado en su momento estelar ocho años antes.

¿Qué queda? Algo de dinero para afrontar las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2024 y poco más. Parecería que fuera como una vuelta “nostálgica” a los orígenes electorales de Podemos o quizá es sólo que en 2023 un eurodiputado puede llegar a ingresar hasta 15.000 euros brutos al mes, además de otros 28.412 euros/mes para contratar asistentes.

¿Por qué?

Podemos está muriendo del cáncer que corroe a cualquier formación política que va reduciendo sus objetivos a ganar elecciones y así conseguir vivir de y para la acumulación de poderes y puestos administrativos.

El régimen partitocrático español se basa en dos elementos: 1) la ausencia real de democracia interna de los partidos, donde el líder-caudillo tiene plenos poderes para repartir puestos en listas electorales, cargos públicos y prebendas; y 2) la aritmética de escaños en el Congreso de Diputados, que otorga al Poder Ejecutivo el dominio sobre los Poderes Legislativo y Judicial, y sobre el Senado.

Los partidos políticos, que siempre son necesarios para reflejar las corrientes de opinión en el seno de la sociedad y facilitar los acuerdos para llegar a consensos y pactos, han pasado a convertirse en meras máquinas electorales: quien gana se siente legitimado para quedarse con todo y no rendir cuentas de sus actuaciones (más allá de la pura propaganda).

Un sociedad parcialmente huérfana

La caída de Podemos deja a un sector muy importante de nuestra sociedad sin la representación -por muy distorsionada que fuera- de su voz y sus aspiraciones. Lo mismo ocurrió con Ciudadanos, un cadáver esperando su entierro.

Pero es la sociedad civil la que debe aprender a tener su propia voz y aspirar a atar en corto al Estado, incluyendo en éste a los partidos políticos.

El próximo post dentro de dos martes, el 9 enero 2024

Acumulando desventajas a lo largo de la vida

La vida es como una carrera de 400 metros vallas: superamos una dificultad y pocas zancadas después nos encontramos con la siguiente. Siempre digo que más vale que sigamos teniendo vallas que saltar, porque de otra forma sólo nos quedaría el final de la carrera…

En nuestras sociedades el problema es que la altura a las que están esas vallas es diferente según el estatus socio-económico de cada uno. Peor aún: para muchas personas una valla más alta de lo habitual hace que la siguiente sea más alta todavía, de forma que las desventajas sociales que se sufren en una cierta fase de la vida nos colocan en peores circunstancias para afrontar los siguientes retos. En el extremo contrario, ciertas ventajas de partida -por ejemplo un origen social más confortable- nos hacen más fácil abordar los retos educativos o laborales posteriores. Es lo que muchos autores denominan la acumulación de ventajas o desventajas a lo largo de la vida.

Después de un obstáculo el siguiente: el caso de España

Por desgracia en nuestro país el comienzo de las desigualdades lo encontramos en las primeras fases de la vida: en el entorno familiar y social. Porque resulta inadmisible que, como denuncia la UNICEF, España sea el país de Unión Europea con los mayores niveles de pobreza infantil con un 27,8% de niños y adolescentes en esta situación, y ocupando el puesto 36 de 39 en el conjunto de países de la OCDE.

La siguiente fase que acentúa las desigualdades la encontramos en el sistema educativo: según el último informe de la OCDE España lidera la UE en abandono escolar pese a ser paradójicamente el país con más horas lectivas. La causa que se encuentra más asociada a este fracaso escolar es el entorno familiar y el nivel de estudios de los padres.

Las carencias educativas son la antesala de la inestabilidad laboral. Desde hace ya más de dos años la recuperación nominal de empleo se está produciendo a costa de la precariedad en el mismo. La reforma laboral aprobada en 2022, con el objetivo de reducir la temporalidad del empleo, ha agotado sus efectos que además sólo se hicieron notar en el sector privado pero no en el público. A pesar de que en un primer momento se incrementaron los contratos indefinidos, éstos se canalizaron más bien hacia la modalidad de fijos discontinuos, que no perciben prestación por desempleo en los periodos de no-trabajo, o acababan en despidos más tempranos y baratos.

La siguiente valla a superar es la acumulación de años de cotización necesarios para conseguir una pensión digna. Sobre el papel el sistema de pensiones español es muy generoso, pero sólo para quienes logran cumplir con todos y cada uno de los requisitos que la reciente reforma de las pensiones ha ido endureciendo. Nuevamente nos encontramos con otro escalón más de las desigualdades sociales. El sistema se hace más cuesta arriba para los jóvenes que llevan acumulando desventajas por las continuas entradas y salidas del mercado de trabajo y para un alto porcentaje de mujeres.

En el tramo final de la vida, la última broma pesada la encontramos al constatar que la situación socio-económica se traduce también en más años de vida, y por tanto más años de cobro de la pensión para unos pero no para otros. Y entre los supervivientes las diferencias de renta se acentúan entre unas personas jubiladas y otras, acumulando así el conjunto de desventajas que se han ido recopilando a lo largo de la vida, como revela la Encuesta Financiera de las Familias que elabora el Banco de España.

¿Se puede enderezar esta situación?

Sí. Existen varios momentos a lo largo de la trayectoria de vida en que es posible intervenir para reducir la altura acumulada de las vallas que tienen que afrontar los sectores más desfavorecidos.

El primero de ellos sería la entrada en el sistema educativo y el desarrollo del alumnado en los primeros ciclos del mismo. Pero -al contrario- y según se puede leer recientemente en el diario El País el sistema educativo segrega y amplía las diferencias en función del origen social.

El segundo momento de intervención lo brinda la posibilidad de gestionar activamente la ayuda a los trabajadores en la mejora de sus perfiles laborales y la búsqueda de un puesto de trabajo adecuado. Pero esta labor, que en España debería realizar el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), brilla por su ausencia.

Finalmente, se debería contar con un sistema de protección social, pieza central de los Estados occidentales del Bienestar, cuyo fin es paliar esas diferencias socio-económicas. Según un informe publicado hace tres meses por la Fundación la Caixa, en comparación con otros sistemas europeos de protección social “el sistema español es más pequeño, se centra más en las prestaciones económicas contributivas y es menos redistributivo”.

Sin comentarios.

El próximo post dentro de dos martes, el 26 diciembre 2023