Un balance (anticipado) del 28-M

Podría parecer arriesgado escribir una balance de las elecciones del 28-M con diez días de antelación… ¡y encima publicarlo tal cual dos días después de esta fecha!

En realidad -por desgracia- lo importante ya lo hemos visto mucho antes del recuento de resultados.

Hemos asistido una vez más al mercadillo electoral entre partidos políticos, aunque esta vez con tonos más exacerbados que nunca. Y esto no es más que el primer acto que tendrá su clímax en las elecciones generales del próximo diciembre y un corolario en las europeas de 2024.

Pero entonces, ¿qué hemos votado?

Desde luego no hemos votado para mejorar la forma en que debe funcionar el Estado de las Autonomías, aunque los Gobiernos Autonómicos sean los gestores de un volumen incalculable de recursos públicos, en particular los destinados a los servicios sociales de todo tipo.

Tampoco hemos votado para adecentar y hacer eficaces los gobiernos municipales, aunque sean éstos el foco más importante de los casos de corrupción que se han ido produciendo en los últimos decenios.

Autonomías y Municipios han estado totalmente ausentes del debate electoral.

La refriega entre partidos se ha volcado en la competición de anuncios y promesas cada vez con cifras más abultadas, bien de millones de euros o de supuestos beneficiarios; todo ello con apelaciones a las emociones e indignatitis de los votantes. Así hemos asistido a la escenificación de Pedro Sánchez ejerciendo de Aprendiz de Brujo con Bildu, según el conocido poema de Goethe. Pero también a las apelaciones y los gestos grandilocuentes que buscaban no nuestra reflexión sino exclusivamente nuestro voto emocional e identitario.

La mayor preocupación es que la TOTALIDAD de los partidos políticos actuales reducen su actuación a ser maquinarias electorales.

Hace unos años irrumpieron dos nuevos partidos que prometían un adecentamiento del panorama político: cada uno en su estilo y siendo reflejo de una parte importante de la sociedad. En efecto, según el CIS Ciudadanos llegó a alcanzar una intención de voto del 22,4% en abril de 2018 y Podemos del 23,9% en enero de 2015, con cifras similares o superiores a las de los dos partidos tradicionales. Hoy contemplamos el declive de ambas formaciones, condenadas por contagiarse de los modos del marketing electoral y la búsqueda exclusiva de hacerse con los recursos públicos.

No cambiar a los gobernantes sino las reglas de juego

Porque en el fondo es secundario cuál sea al partido que se haga con el mayor número de diputados autonómicos o de concejales. Si la formación ganadora sigue apoyándose en listas electorales cerradas y bloqueadas, si la transparencia de lo que se hace sigue brillando por su ausencia, si no se rinde cuentas de los planes y presupuestos y de sus resultados, si los nombramientos a dedo de cargos de “confianza” no dejan de crecer, si el deterioro de la atención a la ciudadanía alcanza niveles de auténtica alarma, si se utilizan las mayorías -aunque sean por la mínima- para ejercer el “rodillo parlamentario”, entonces estas elecciones habrán sido una nueva decepción. Ese es el camino que Steven Levitsky y Daniel Ziblatt señalan en su conocido libro Cómo mueren las democracias.

¿Se puede hacer algo?

Muchas personas estarían tentadas a contestar a esta pregunta de forma negativa. Pero esa es precisamente la respuesta sobre la que está basado el status quo actual: como aunque estemos descontentos no se puede hacer nada, no intentamos cambiar las cosas y nos acabamos acoplando a lo que hay. En esa piedra angular se asientan los sistemas autocráticos.

Y sin embargo la historia -incluso la reciente- nos enseña que el cambio es posible. El famoso cuento de H.C.Andersen “El traje nuevo del emperador” narra cómo el temor a discrepar con la opinión que pensamos que tiene la mayoría de la gente nos lleva a ser pasivos, reforzando así esa misma impresión que los demás perciben.

Tenemos dos herramientas

La primera es rescatar nuestra atención que en buena parte ha sido secuestrada por los medios de comunicación, en especial los medios digitales y redes sociales. Cuando volvamos a ser dueños de nuestra atención, podremos ver la realidad que nos rodea con nuestros propios ojos, con nuestra propia visión y no una de prestado. Además redescubriremos a las personas reales, no a las que la televisión, las declaraciones de los políticos, los youtubers o los influencers nos proyectan.

La segunda herramienta, apoyada en la anterior, es empezar a marcarnos pequeñas metas que podamos alcanzar y que supongan avances en la dirección que consideramos adecuada. No importa si a la primera no lo conseguimos, pero cada pequeño paso nos abrirá el camino para el siguiente. En este punto es vital el esfuerzo compartido con esas personas reales que hemos descubierto y que resultan estar más cerca de nosotros de lo que en un principio parecían.

El camino es largo pero posible.

El próximo post dentro de dos martes, el 13 junio 2023

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Leyes o panfletos

La producción de leyes en España es un caso extremo de inflación que crece día a día. Como ha analizado la Fundación Civio, sólo en Decretos-Ley hemos pasado de 70 páginas del BOE en el año 1996 a un millar de páginas al año en la actualidad.

La función legislativa, que según el principio de separación de poderes de Montesquieu debería corresponder al Parlamento, se ha trasladado al poder ejecutivo, quedando aquél como mero “aprobador” a toro pasado de lo que confecciona el Gobierno. Esto ocurre tanto con los Decretos-Ley, como también con las propias Leyes. Si a esto le añadimos que estos textos son auténticos collages” de temas tan poco relacionados entre sí como los trabajos al aire libre con altas temperaturas, los descuentos para jóvenes en trenes de este verano o las ayudas a la agricultura y la ganadería, el desconcierto para el ciudadano de a pie está garantizado.

Agitación y propaganda en formato BOE

Buena parte de la producción legislativa reciente no parece estar dirigida al desarrollo de un marco normativo que defina las reglas de funcionamiento sociales, sino más bien como una declaración política que refleje la postura ideológica del partido que redacta la ley, independientemente de cual sean los efectos reales y el alcance de la normativa aprobada. Es lo que en un editorial de su Revista, el Colegio Notarial de Madrid llama legislar para la foto:

Legislar para la foto es una expresión que ha venido usándose para expresar la costumbre, relativamente reciente, de promulgar leyes no con el objeto de hacer políticas, sino de hacer política. Es decir, según quienes usan esa expresión, hoy pareciera como si la política consistiera primordialmente en publicar voluntaristas normas en el BOE, con un preámbulo o exposición de motivos -más larga que el propio texto legislativo- en la que se expondrán profusamente las consideraciones que han llevado a la necesidad imperiosa de promulgación de la ley, a veces, desgraciadamente, no con total alineación con la norma positiva”.


El Notario del Siglo XXI. N.º 106, Noviembre – Diciembre 2022, Editorial

El ejemplo más conocido y clamoroso ha sido la ley del “sólo sí es sí”, pero no es ni con mucho el único caso. La ley “trans” podría recorrer un camino similar. Otras leyes incluyen tal cantidad de excepciones, requisitos, disposiciones transitorias y finales que nacen prácticamente inservibles, en especial en el terreno de los servicios sociales. Así ocurre con el acuerdo para un nuevo modelo de residencias de mayores (el llamado “Acuerdo Belarra”), el permiso de paternidad, la nueva ley de vivienda, la de familias o la ley de atención al cliente. En este último caso se endurecen las obligaciones que deberán cumplir las empresas para atender los trámites y reclamaciones de sus clientes pero, como señala el diario El País, “los organismos públicos han quedado fuera de estas exigencias y podrán seguir ignorando o maltratando al ciudadano cuando intente realizar cualquier gestión”.

Además de esa intención panfletaria, las causas de los fracasos hay que buscarlas en la falta de coordinación y acuerdo entre las Administraciones Central y Autonómicas, la ausencia de partidas presupuestarias, la no adaptación del personal funcionario (o más bien interino) a las nuevas tareas, los requisitos kafkianos y ciber-burocráticos para acceder a las ayudas, o simplemente la ignorancia supina de la realidad socio-económica del país.

Grandes anuncios, pequeñas ejecuciones

Alguien tan poco sospechoso de ser “de derechas” como el Catedrático de Ciencia Política Ignacio Sánchez-Cuenca ha criticado esta inflación de declaraciones de macro-planes gubernamentales que incluyen el anuncio de cifras millonarias en gastos -que nadie sabe si es mucho o poco- y luego se diluyen y nadie da cuenta de lo que ha pasado y menos aún de los beneficios reportados. Así “el desacople entre los anuncios de planes y sus ejecuciones últimas tiene un efecto desmoralizador en la opinión pública. Se ahonda la sensación de que la política son puros fuegos de artificio”.

En esta campaña electoral permanente en la que vivimos el aluvión caótico de “ayudas” para la población vulnerable (me apostaría cualquier cosa a que los políticos y tertulianos que hablan de la población “vulnerable” no saben lo que es) presenta un balance bastante penoso. La Asociación Directoras y Gerentes de Servicios Sociales nos recuerda que solo el 20,8% de la población que vive bajo el umbral de la pobreza (¿saben políticos y tertulianos lo que es esto?) en España es beneficiaria del ingreso mínimo vital (IMV) y que 3 de cada 4 solicitudes del IMV siguen siendo denegadas.

Atar en corto a las Administraciones Públicas

Cuando era estudiante universitario y conocía estudiantes especializados en Derecho Administrativo pensaba que era un tema aburridísimo. Equivocación. Desde la sociedad civil debemos conocer el funcionamiento y aprender a dominar ese Estado-Leviatán que sigue ignorando o maltratando al ciudadano. Tenemos trabajo por delante.

El próximo post dentro de dos martes, el 30 mayo 2023

¡No me ChatGePeTees, por favor!

Cada vez que irrumpe un nuevo escenario tecnológico, los humanos solemos equivocarnos en identificar por dónde acechan los peligros. Cuando llegó internet nos creímos que el problema era el exceso de libertad que brindaba. Ahora nos hemos dado cuenta que lo preocupante es el exceso de control que proporciona a los Estados -sobre todo los autoritarios-, pero también a las grandes empresas tecnológicas.

Con la Inteligencia Artificial y en particular con el ChatGPT está ocurriendo lo mismo. Pensamos que el peligro está en que esta tecnología imita tan bien el habla de los humanos que no hay manera de distinguir entre uno y otros. Error. El gran problema es que en realidad somos los propios humanos los que imitamos a ChatGPT, Y esto lleva ocurriendo desde hace ya algún tiempo.

Aquí van unos ejemplos

PRIMERO. Tras un partido de fútbol en el que el equipo local ha sufrido una humillante derrota, uno de los componentes del cuadro derrotado es entrevistado sobre su balance de la contienda. He aquí la respuesta al más puro estilo ChatGPT:

Bueeenoooo, creo que merecimos un resultado más equilibrado. Hemos tenido nuestras oportunidades y pienso que el planteamiento del ‘míster’ ha sido el correcto. La Liga es larga y estamos trabajando duramente”.

Aunque en realidad está pensando:

Gracias que no nos han metido más goles. Si no bajamos a segunda poco nos va a faltar. No sé por qué el tarugo del entrenador me sustituyó en el minuto 61. A ver si me contrata algún país del Golfo Pérsico y por lo menos hago caja”.

SEGUNDO. Tras un duro revés en el Parlamento, una ministra es preguntada sobre lo que piensa al respecto. Nuevamente recibimos la respuesta tipo ChatGPT:

Bueeenoooo, creo que en realidad ha sido una victoria de nuestros planteamientos. Como bien ha dicho el Presidente [incluir aquí la consigna del día]. Además, estamos trabajando en un ambicioso Plan -sostenible, inclusivo, transversal, de proximidad, respetuoso con el medio ambiente y acorde con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU- que ayudará a 8,4 millones de hogares vulnerables”.

Aunque en realidad está pensando:

¡Uff…! ¡Esto de estar de campaña electoral permanente es un coñ…! Y con estos socios de coalición quién necesita enemigos. Pero en fin, aunque cada vez tenga que pasar más porcentaje de mi sueldo al partido, al menos desde el Ministerio puedo cubrir mejor los negocios de mi pareja y además me pagan el piso. Al fin y al cabo hace mucho frío fuera del Gobierno”.

Esta imitación de ChatGPT la podemos ver todas las mañanas (y tardes y noches) en las tertulias televisivas, en las que los tertulianos han recibido momentos antes el correspondiente mensaje de WhatsApp de su organización detallando: a quién hay atacar, a quién defender, las consignas del día (a recitar de memoria, sin cambiar una coma), cuándo y cuánto hay que gritar para callar a un contertulio que saca un tema espinoso o se mete con nuestro jefe de filas, los datos estadísticos reales o cocinados que hay que esgrimir, etc.

Una vez más, hace mucho frío fuera de los platós de televisión, y cada uno es consciente de quién le ha colocado ahí para representar y defender a los nuestros.

Los medios de comunicación… otra vez

A nadie le gusta hacer esos “papelones” ante las cámaras, pero es que los medios de comunicación están como buitres esperando algún patinazo que dé materia para toda una semana de espacio mediático: recogida de reacciones a favor y en contra, repetición ad nauseam de las declaraciones originarias, opiniones de sesudos expertos, recopilación de datos estadísticos reales o cocinados que corroboran o refutan el tema en discusión, equipos de investigación que desmenuzan hasta en sus detalles más intrascendentes pero escandalosos “lo que está detrás”, etc.

¿Pero qué esperamos de las declaraciones de futbolistas, ministras y tertulianos? Porque quien dé pie al “revuelo mediático” se puede llevar un buen tirón de orejas si se sale del guión de hierro que ha recibido. ¡Y hasta bajar puestos o incluso desaparecer de la lista electoral, o del equipo titular el próximo partido (de fútbol)!

Con razón las audiencias de las televisiones en abierto están cayendo en picado.

¿Y en las redes sociales?

En estos antiguamente considerados espacios de libertad la imitación de ChatGPT es una auténtica epidemia. Los temas y enfoques son penosamente repetitivos: la gestión del talento senior, las cualidades que deben adornar un auténtico líder, las soluciones para la España vaciada, el pensamiento positivo, crecer interiormente, cómo fluir, integrarse en el entorno de la naturaleza, nutrición saludable, comunicación emotiva, sé tu misma, rompiendo moldes, etc.; todo en un tono entre acaramelado y místico, además de rancio.

Al menos nos quedan las telenovelas turcas, aunque éstas sí parecen hechas por ChatGPT, que repiten situaciones, diálogos, abalorios, bandas sonoras y hasta los actores.

El próximo post dentro de dos martes, el 16 mayo 2023

In-movil(izados)

De la libertad a la hiper-vigilancia

Cuando el mundo internet irrumpió en nuestra sociedad muchos lo saludaron como el reino de la libertad absoluta, en el que se podía decir y hacer cualquier cosa.

Nada más ingenuo. Autores como Jonathan Zittrain ya en 2008 avisaron de hacia dónde iba ese mundo, en un libro -no traducido al español aunque descargable gratis aquí– titulado El futuro de internet y cómo pararlo.

En pocos años hemos entrado en el reino de la hiper-vigilancia y el hiper-control, cuyos principales agentes comentaré más abajo.

Mecanismos de control: los smartphones y el secuestro de la atención

La herramienta básica de control en el internet actual son los teléfonos móviles. Tienen una doble “ventaja”. Por un lado son personales y personalizados, de modo que asumen nuestra identidad: carnets, tarjetas sanitarias, correos electrónicos identificadores, receptores de mensajes privados, etc. Pero además integran un número cada vez mayor de actividades personales: redes sociales, correos y mensajes, gestiones con las Administraciones Públicas y entidades privadas, noticias, música y entretenimiento en general, avisos oficiales y un largo y creciente.

Las grandes empresas tecnológicas lo saben y lo fomentan. Son básicamente empresas de publicidad que a cambio de facilidades gratuitas y semi-gratuitas capturan todos los datos posibles de nuestra persona y nuestra actividad, para así poder vender a los anunciantes unos perfiles cada vez más ajustados de los potenciales compradores de sus productos o servicios. Es el micro-targeting. Aquí aparecen Alphabet (Google), Meta (Facebook), Microsoft, Apple (iPhone), etc. en una dura competencia para captarnos o capturarnos. Así por ejemplo Alphabet nos ofrece el buscador -de términos, imágenes, videos o sonidos-, los mapas, el correo, el calendario, el traductor, etc. en un conjunto cada vez más integrado de aplicaciones y así poder recoger nuestros contactos, preocupaciones, expresiones o intereses para acabar sabiendo de nosotros más que lo que sabemos nosotros de nosotros mismos.

Pero estas aplicaciones y los algoritmos que regulan las redes sociales están diseñados para fomentar cada vez más su uso y tener capturada nuestra atención de forma constante, como bien describe el -por otra parte polémico- escritor Johann Hari en su reciente libro ”El valor de la atención. Por qué nos la robaron y cómo recuperarla”. Esos algoritmos además acentúan la polarización de opiniones en las redes sociales, como instrumento de captura de nuestra atención y nuestro tiempo.

Un espacio público en manos privadas

La realidad es que lo que antes era comunicación pública y protegida por la legislación vigente, ahora ha pasado a una gestión privada: del servicio de Correos a gmail, hotmail y otros; de las relaciones libres entre personas a las redes sociales que administran bajo su propio criterio lo que se puede o no decir o quiénes pueden tener acceso a las mismas.

La situación se hace aún más grave cuando las Administraciones Públicas en España llevan años levantando un muro de ciber-burocracia que castiga de forma especial a las personas y hogares vulnerables. Se llega al extremo de conceder o no ayudas sociales basándose en algoritmos secretos que la Administración se niega a desvelar argumentando “propiedad intelectual”, tal y como ha denunciado de forma reiterada la Fundación Civio.

La tríada de vigilantes

El ciber-espacio tiene la virtualidad de ser fácilmente vigilado por los tres “gran hermanos”: los gobiernos, los ciber-delincuentes y las empresas que mercantilizan nuestros perfiles de usuario.

El caso más extremo de vigilancia gubernamental es el de la República (¡!) Popular (¿?) China, que mantiene a sus 1.400 millones de habitantes en una “jaula invisible”.

Sobre los ciber-delincuentes no hace falta dar muchas explicaciones.

La comercialización de nuestros datos de ciber-comportamiento cubren dos áreas principales. La primera son los datos usercentric:

  • Ubicación geográfica y trayectoria de movimiento
  • Historial de navegación web y uso de aplicaciones
  • Tiempo de permanencia en aplicaciones (apps) o sitios web
  • Interacciones en redes sociales y contenido compartido
  • Comportamiento de compra en línea, incluyendo frecuencia, monto gastado y productos comprados
  • Patrones de uso del teléfono, como horas de uso, patrones de sueño y niveles de actividad física
  • Datos demográficos
  • Preferencias de consumo y opiniones expresadas en línea

La segunda área son los datos site-centric referidos a la actividad dentro de un sitio web o aplicación:

  • Número y duración de visitas
  • Páginas visitadas
  • Clics en enlaces
  • Productos vistos
  • Productos agregados al carrito de compras
  • Carritos abandonados
  • Proceso de pago y conversión

Como concluye este análisis desarrollado por el Instituto de investigación de mercados netquest, “es así como esta poderosa combinación de datos permite a las agencias brindar una visión completa y detallada del comportamiento del consumidor a sus clientes, mejorando su comprensión en tiempo real”.

Quizá de vez en cuando podríamos descansar de teléfono móvil y dedicar nuestro tiempo y nuestra atención más al mundo analógico.

El próximo post dentro de dos martes, el 2 mayo 2023

Apañando las listas electorales

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define apañar -entre otras acepciones- como “resolver un asunto con disimulo o por conveniencia, a veces fraudulentamente”. Y eso es precisamente lo que está ocurriendo en todos los partidos españoles ahora que se fijan las listas electorales para los comicios del próximo 28 de mayo.

Dado que las listas son cerradas (no se pueden mezclar candidatos de distintas papeletas) y bloqueadas (no se puede alterar el orden), figurar en la lista electoral del partido, pero sobre todo en un puesto de la misma que tenga visos de “entrar” entre los elegidos, se convierte en una lucha encarnizada. Y dada la debilitada democracia interna de los partidos políticos españoles, la mejor forma de conseguirlo es ser fiel a la cabeza dirigente en el ámbito que corresponda: ser “de los nuestros”.

Los casos abundan, como en Móstoles, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, etc., por no citar más que algunas disputas que han trascendido a la prensa.

Los cargos públicos como carrera política

Obtener un puesto de concejal suele ser el primer paso para desarrollar una carrera política, pero hay que asegurarse la remuneración. Un caso paradigmático lo ofrece la socialista Carolina Darias.

Comenzando su carrera como concejal hace 24 años, Darias ha sido Subdelegada del Gobierno en Las Palmas, Diputada en el Parlamento de Canarias, Delegada del Gobierno en Canarias, Consejera del Cabildo de Gran Canaria, Presidenta del Parlamento de Canarias, Consejera de Economía, Conocimiento y Empleo del Gobierno de Canarias, Ministra de Política Territorial y Función Pública y Ministra de Sanidad. Su última apuesta: candidata a la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria. ¿Y si no consiguiera la Alcaldía? Sin problema. Según el Periódico de España “fuentes vinculadas al partido señalan que Darias quiere asegurarse un puesto de salida en las listas al Congreso de los Diputados en las próximas elecciones generales, que serán previsiblemente a finales de año, en caso de no alcanzar los votos suficientes para encabezar el salón dorado de las Casas Consistoriales”. Algo de lo que también se hace eco La Provincia, Diario de Las Palmas.

…y si no, siempre quedan los “cargos de confianza”

Es conocida la “generosidad” con la que los partidos políticos españoles son financiados a costa de los Presupuestos públicos (los bolsillos de cada uno de nosotros), cuya pilar básico es la Ley Orgánica 8/2007 que ha sido duramente criticada por el propio Tribunal de Cuentas, encargado de su fiscalización. En el año 2017 (¡último año del que se han fiscalizado las cuentas!) el 72% de la financiación de los partidos procedía de las arcas públicas. Y a eso hay que añadir casi otro 11% de financiación “privada” (¿?) procedente de “aportaciones de cargos públicos”; sin olvidarnos de la vía de ingresos a través de fundaciones y demás entidades vinculadas o dependientes de los partidos políticos, terreno ideal para el cúmulo de irregularidades contables y canal favorito para la financiación ilegal, además de recibir la correspondiente financiación pública.

Pero los cargos (“de confianza”) públicos de los partidos no solo cumplen una función recaudatoria sino que son la palanca fundamental para asegurar la fidelidad al líder de turno. Allí donde los votos a la lista electoral no han sido suficientes para incorporar a alguno de los candidatos al cargo de concejal, parlamentario autonómico o nacional el líder de la formación lo repesca para el correspondiente cargo de confianza a costa de los presupuestos públicos. El instrumento favorito son las Diputaciones Provinciales y Cabildos.

Diputaciones y Cabildos

Como escribe el Catedrático de Derecho Administrativo Sánchez Morón, “el mantenimiento de las Diputaciones a quien más ha beneficiado y beneficia es a los partidos políticos. Por un lado les permite ese reparto de cargos entre militantes y afines que, como sabemos, les es consustancial. De otro lado, la estructura provincial y el sistema de representación indirecta atribuye a los aparatos de partido un poder evidente para organizar sus jerarquías: promover algunas carreras políticas, premiar otras en su etapa final, recompensar fidelidades… Además se viene a otorgar a los designados para tales cargos la facultad de manejar un presupuesto considerable, sin la responsabilidad correlativa de organizar ni prestar grandes servicios públicos al ciudadano. Un gasto público que consiste casi por entero en nóminas, transferencias y subvenciones y que, por así decir, es menos “visible” para el conjunto de la ciudadanía.”

Son cargos que cesarán cuando cambie el partido que domina el órgano respectivo, al estilo de las cesantías decimonónicas que describía Benito Pérez Galdós y nos recordaba Rafael Jiménez Asensio.

Tan es así que el propio diccionario de la RAE recoge la palabra cabildear que define como “hacer gestiones con actividad y maña para ganar voluntades en un cuerpo colegiado o corporación”. Sin comentarios.

¿Se entiende ahora por qué es tan importante asegurarse una buena colocación en la lista electoral?

El próximo post dentro de dos martes, el 18 abril 2023

Las familias vulnerables ante la ciber-burocracia

Hace días hemos asistido a la trifulca entre Mónica García -portavoz de Mas Madrid en la Asamblea Regional- y Enrique Ossorio, mano derecha de la Presidenta Díaz Ayuso. García acusó a Ossorio de cobrar los 195 euros en pago anual del bono social térmico supuestamente dedicado a familias “vulnerables”, circunstancia a todas luces no aplicable a la situación personal de Ossorio. El escándalo surgió al descubrirse que la familia de Mónica García también percibía el mismo bono social, que tampoco podría calificarse de “vulnerable”.

No dedicaré tiempo a detallar lo que es el bono eléctrico, el bono térmico y otras “ayudas” que el gobierno de turno despliega a modo de populismo limosnero. Pero la cuestión es por qué la mayoría de los supuestos hogares destinatarios no logran captar tales ayudas mientras que quienes no lo necesitan sí las perciben.

Ciber-secretismo

Buena parte de los procedimientos para asignar las ayudas se basan en oscuros criterios –algoritmo es la palabra- que las Administraciones Públicas se niegan a desvelar a pesar de la cacareada transparencia. Como señala la Fundación Civio «que se nos regule mediante código fuente o algoritmos secretos es algo que jamás debe permitirse en un Estado social, democrático y de Derecho». Algo que ya denunció Lawrence Lessig en su libro El código 2.0, que la editorial española ofrece descargar gratuitamente. La Administración online en vez de una ayuda se convierte en una barrera: “cada vez más procesos exigen trámites online, incluso convocatorias de ayudas sociales para personas desfavorecidas”.

Para estas personas el solo hecho de presentar la solicitud se convierte en una lucha imposible, ante una ventanilla que siempre encuentran cerrada.

¿Quién consigue las ayudas?

El resultado es desolador.

En los años 90 una serie de Comunidades Autónomas (CCAA) lanzaron programas contra la pobreza, basados en la Renta Mínima de Inserción (RMI). Un análisis llevado a cabo diez años después y recogido en la Revista del Instituto Nacional de Administración Pública concluía que “en una buena parte de las Comunidades Autónomas, la RMI existe principalmente sobre el papel con un desarrollo casi inexistente”.

Desde entonces las CCAA han ido reduciendo sus programas aprovechando la aparición del Ingreso Mínimo Vital (IMV) lanzado por el gobierno central: “muchas Comunidades han desmantelado o están desmantelando su sistema de protección a las personas y familias en situaciones de exclusión social. Porque el IMV trata de aliviar situaciones de pobreza, aunque por su cuantía, resulta a todas luces insuficiente”, como denuncia la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales.

Respecto al IMV la AIReF, organismo oficial que vela por la sostenibilidad de las finanzas públicas, señala que en el mejor de los casos sólo conseguiría cubrir el 60% de los hogares en riesgo de pobreza. A 31 de diciembre de 2021, sólo había llegado al 40% de sus beneficiarios potenciales. A pesar de un número elevado de solicitudes un porcentaje muy alto resultaron rechazadas. La pesadilla del papeleo burocrático ha sido motivo preponderante del rechazo de solicitudes, esto en familias que precisamente son las que cuentan con escasos recursos. Pero quienes pudieron reclamar en los tribunales esos rechazos, ganaron en el 42% de las veces. Además, el 57% de los posibles beneficiarios ni siquiera lo habían solicitado.

Por eso los propios funcionarios de la Seguridad Social han denunciado como caótica la gestión del IMV, que se ha intentado paliar echando mano de interinos u ONGs.

Casi mejor que no me ayude

A este panorama se añade los por desgracia habituales retrasos en la concesión de ayudas de cualquier tipo. La razón más importante suele ser la fallida colaboración entre gobierno central -que fija las políticas, los criterios y los fondos- y las Comunidades Autónomas que ejecutan la distribución. Uno y otras se echan mutuamente la culpa, pero en casos como la Atención a la Dependencia o los más de dos meses y medio esperando cobrar la baja por paternidad, por el colapso de la Seguridad social, la situación puede ser dramática.

De la imposible cita previa a las cuasi-mafias

El abogado gallego Diego Gómez Fernández lleva meses luchando por abolir la cita previa obligatoria ante las Administraciones Públicas, objetivo ya conseguido en Galicia y otras CCAA. Pero en la Administración Central y la mayoría de las CCAA la pesadilla de el mero hecho de conseguir la ansiada ha provocado la aparición de una especia de reventa ilegal de citas previas. Como recoge el diario El País “conseguir que un funcionario te reciba para revisar la pensión se cotiza a 50 euros, lograr la cita para pedir asilo llega a 200 euros. Es un negocio clandestino a medias: la Administración sabe perfectamente que existe”.

¿Qué van a hacer los partidos políticos? A más de uno se le va a congelar en la mano la papeleta de voto de las próximas elecciones.

El próximo post dentro de dos martes, el 4 abril 2023

De la denuncia al cambio

Recientemente asistí a un acto que denunciaba la criminal actuación de las entidades públicas y privadas en las residencias de mayores durante la fase más aguda del coronavirus, en particular en la Comunidad de Madrid. Miles de residentes murieron dejados a su suerte, aislados, sin la menor atención médica y separados de sus seres queridos. (Todo el acto puede visionarse aquí)

Los distintos ponentes del acto detallaron los protocolos de (des)atención a los mayores, las trabas a las familias para intervenir en la situación, la discriminación a los mayores para su hospitalización y, sobre todo, la ocultación de procedimientos, las actuaciones erráticas y las triquiñuelas para eludir responsabilidades.

Qué se ha hecho desde entonces

Los familiares de las víctimas han presentado innumerables demandas ante los tribunales ordinarios, que han chocado con la ley del silencio en las instancias públicas y privadas y la argumentación de que se trataba de “circunstancias excepcionales” que exculpaban a unos y otros. Pero en ningún caso los tribunales han querido entrar al fondo del asunto y analizar cómo la maraña público-privada de gestión de las residencias y su [falta de] atención sanitaria provocaron semejante mortandad. La comparación de los datos entre Comunidades Autónomas y maneras de abordar el problema muestran que en la Comunidad de Madrid se podría haber evitado gran parte de ese sufrimiento si la actuación hubiera sido otra. Pero se prefirió dar la espalda a la cuestión.

¿Resignados a denunciar… y a la impotencia?

Actos como el que comento tienen un valor indudable para recordar lo que pasó y cómo siguen sin ponerse los medios para que estas situaciones no vuelvan a repetirse. Pero yo saqué la impresión de que los que intervinieron pensaban que era todo lo que se podía hacer. Como dijo uno de los ponentes “una vez que [la cuestión] está en los tribunales poco más se puede hacer (7’50”).

Reconozco que me sorprendió este último comentario, cuando en España la confianza en la Justicia recibe una nota de 4,78 -en una escala de uno a diez- según una encuesta del CIS de octubre pasado (P.4). Si la escala hubiera sido de 0 a 10 las valoraciones hubieran sido aún peores. El triste “consuelo” es que otras instituciones obtienen notas más bajas: Parlamento español 4,28; medios de comunicación 4,24; Gobierno de España 4,04; partidos políticos 3,70; sindicatos 3,66.

Superar el “no se puede hacer nada”

Cuando se denuncia una actuación equivocada o criminal de los poderes públicos, el obstáculo principal no es que se nos rebata la acusación sino que se siembra el desánimo y la sensación de que es imposible actuar: “Sí tenéis razón, pero no se puede hacer nada que sirva para cambiar las cosas”. En idéntico sentido, suele achacarse amargamente a otros sectores de la sociedad la falta de apoyo. Así en otra de las intervenciones del acto aludido se incluían expresiones como, “la sociedad miró para otro lado” (2’58”) “porque a nadie le importa” (4’05”) “se le puede echar en cara a la sociedad que está aguantando y aprobando esto” (6’38”).

¿Se convierte el malestar en voto?

A las puertas de las próximas rondas electorales parecería lógico esperar que el malestar social se transformara en una orientación del voto que hiciera cambiar las cosas, o al menos al partido político que coloniza en cada caso los gobiernos.

Hay dos razones por las cuales esto no va a ser así. La primera es que los movimientos de protesta de los últimos años se han desarrollado siendo incapaces de crear alianzas más amplias con otros sectores sociales. No se trata de pedir la solidaridad de los demás sino encontrar las bases comunes entre unos y otros. Pero la realidad es que nuestras sociedades están cada vez más polarizadas y enfrentadas, con una errónea estrategia de los grupos “progresistas” de basar su actuación en el juego de las identidades: de género, de nacionalidad, de lengua materna, de orientación sexual, de edad, etc.

La segunda razón tiene que ver con el sistema político-electoral. La capacidad de los electores para supervisar a los gobiernos respectivos y pedirles cuentas de su actuación se va deteriorando a lo largo de los últimos años. La ciudadanía no tiene forma de influir en lo que hacen los gobiernos si se mantiene el sistema electoral partitocrático (el “ganador” se lo lleva todo y coloca en puestos de la Administración Pública a la camarilla de fieles al líder) y los mecanismos de supervisión y fiscalización sufren una erosión continuada.

El camino para el cambio auténtico

No es una cuestión de a quién votar sino da cambiar las reglas de juego. Por desgracia ningún partido político de la España actual va más allá de ser una simple maquinaria electoral.

Pero sólo construyendo contratos sociales entre distintos segmentos sociales, trascendiendo las miopías identitarias, podremos comenzar sobre bases sólidas.

El próximo post dentro de dos martes, el 21 marzo 2023

¿Una guerra entre generaciones?

Unos cuantos mensajes tóxicos

Si damos crédito a algunas pseudo-noticias de los medios de comunicación parece que se ha desatado la guerra entre jóvenes y mayores.

Por un lado la generación de los mayores estaría acumulando la riqueza del país, viviendo tan ricamente con una pensión blindada y pasando a la sociedad una factura cada vez mayor en cuidados de larga duración… en vez de morirse antes, como sucedía antiguamente.

Porque además lo que han cotizado para su jubilación no cubre ni mucho menos lo que después van cobrando durante cada vez más años. Y así en la “hucha de las pensiones” no quedaría ni un céntimo para la jubilación de los que vinieran detrás, como si se tratara de una especie de estafa piramidal.

Todo ello estaría agravado por la inminente jubilación de la generación del “baby boom”, es decir los nacidos entre 1946 y 1964, tras la Segunda Guerra Mundial. En España, en realidad este boom correspondería a los nacidos entre 1957 y 1977, unos de diez años después.

Por otro lado los jóvenes actuales -que encima cada vez son menos- parecería que tienen alergia al trabajo, o como mucho sólo lo aceptan si es tele-trabajo, son quejicas y ni-nis, sólo pensando en salir de fiesta, además de acumular un fracaso escolar creciente.

¿Un problema de natalidad?

Nos llevan asustando con una supuesta crisis de natalidad, en particular en nuestro país. Pero la realidad es que, aunque nacen menos niños ello están compensado por una drástica reducción de la mortalidad infantil y una inversión social creciente en la infancia y juventud, lo que brinda unas generaciones con mejor preparación y productividad, lo que supondría una mayor capacidad en sostener en el futuro a las generaciones mayores. No me extenderé en otras falacias sobre la dinámica poblacional, ya que el demógrafo Julio Pérez Díaz entrevistado recientemente en RNE hace una clara y magistral exposición, entrevista que recomiendo y que puede también escucharse directamente aquí, a partir del minuto 16:50.

¿Insolidaridad entre generaciones?

Aunque se pretenda presentar que el beneficio de una generación iría en detrimento de la otra, en realidad los estudios de la llamada economía generacional (proyecto National Transfer Accounts, NTA, de Naciones Unidas) presentan un panorama bien distinto.

A nivel global del país las transferencias monetarias entre generaciones presentan un flujo constante, en particular desde los segmentos en edad laboral -más o menos entre los 25 y los 65 años- hacia las generaciones jóvenes (cuidados personales y formación) y hacia las de los mayores (pensiones y cuidados de salud).

Y en las relaciones dentro de una misma familia el apoyo económico de muchos pensionistas hacia sus descendientes son de sombra conocidos y documentados. Pero hay más: los servicios personales, hacia los nietos o hacia los mayores necesitados de cuidados, son transferencias que no aparecen en la contabilidad nacional ni en el PIB pero que son una realidad cotidiana, ejercida en su mayoría por las mujeres.

¿Nos salen las cuentas a nivel de país?

Se dice cada vez más que la “hucha de las pensiones” se está agotando, debido al incremento en tiempo y cuantía de las mismas, y que ese coste no está cubierto por las cotizaciones correspondientes. Esta tercera falacia oculta que hay pensiones no contributivas cuyos perceptores han aportado a la sociedad y a su núcleo familiar durante muchos años un trabajo no mercantil y por tanto no reconocido oficialmente y que no ha “cotizado” para su futuro. Si creemos que la pensión ha de estar vinculada a la cotización estamos cometiendo una grave injusticia hacia estas persona, nuevamente en su mayoría mujeres.

Un mercado de trabajo que expulsa a los mayores y maltrata a los jóvenes

Pero podría suceder que las cuentas globales de contribuciones y gastos entre los distintos segmentos de edad empiecen a no cuadrar, debido a la creciente inversión hacia jóvenes y mayores, pero contando con una población en edad laboral comparativamente menor.

Como señala un estudio reciente del Banco de España, buena parte del aumento del gasto de pensiones en el futuro podría ser compensado si la tasa de empleo se elevara hasta alcanzar el nivel que dicha tasa registra en Alemania. ¿Es posible?

La realidad es que nuestro mercado de trabajo expulsa sistemáticamente a un número sustancial de trabajadores mayores, por medio de EREs que incluyen a quienes han cumplido 52 ó 53 años o con cláusulas de jubilación forzosa, de modo que la tasa de empleo de los senior baja año tras año.

¿Y los jóvenes? La tasa de desempleo juvenil española sigue siendo la peor a nivel europeo y los empleos de la mayoría de los jóvenes presentan unos niveles de precariedad vergonzosos.

Lejos del enfrentamiento, unos y otros son víctimas de un sistema que la profesora Albena Azmanova ha retratado como el capitalismo de la precariedad.

El próximo post dentro de dos martes, el 7 marzo 2023

Redes (a)sociales y medios de (in)comunicación

Cómo mueren las plataformas sociales

En un reciente artículo que ha tenido una gran repercusión en la ciber-prensa el periodista Cory Doctorow describía así este proceso que él mismo llamaba de “enmierdación” de las plataformas o redes sociales. Cómo de ser útiles para los usuarios de las redes se transforman en puro negocio de empresas comerciales que abusan de esos usuarios, para finalmente acaparar todo el valor generado en beneficio propio, incluso a costa de estas mismas empresas. Entonces terminan por morir.

“Cuando van pasando de, originalmente, ser buenas para sus usuarios, a abusar de sus usuarios para mejorar su propuesta de valor para sus clientes comerciales, para después terminar abusando de esos clientes comerciales para capturar todo el valor para ellos mismos, momento en el que mueren.”

Pluralistic: Tiktok’s enshittification (21 Jan 2023)

Explotación comercial… y política

El caso más famoso de explotación de los usuarios de una red social lo protagonizó Cambridge Analytica. Esta empresa británica de minería y análisis de datos recopilaba, analizaba y utilizaba en beneficio de campañas electorales los datos de los usuarios de la red Facebook, sin el permiso de éstos. Su cerebro, Christopher Wylie, reveló el papel crucial de la empresa en las victorias de Donald Trump y el Brexit en 2016, como ha detallado en su reciente libro: Mindf*ck. Cambridge Analytica. La trama para desestabilizar el mundo.

El último ejemplo de explotación de los usuarios de una red social es el caso de TikTok, que añade a lo anterior el espionaje a gran escala en favor del gobierno chino.

El atracón de (pseudo)información mata nuestra capacidad de atención

Pero las redes sociales impactan también negativamente en nuestras capacidades de fijar la atención y profundizar en cuestiones relevantes. La catarata de (pseudo)contenidos informativos a la que estamos diariamente sometidos por parte de las redes sociales, pero también de los modernos medios de comunicación, provoca que nuestra atención en cada tema sea cada vez más volátil y menos duradera.

Un grupo de investigadores comprobaron que en el año 2013 en Twitter un tema se mantenía entre los cincuenta más comentados sólo durante 17,5 horas. Tres años después la cifra había bajado hasta 11,9 horas. Los temas vienen y van y nuestra atención vuela de uno al siguiente de forma acelerada. Con el paso del tiempo, nos concentramos cada vez menos en cada tema. Se da una tendencia a la aceleración. Cada tópico tarda menos en alcanzar un pico de popularidad, y después cae más rápidamente aún. Cuanta más información se recibe menos tiempo tenemos para concentrarnos en un elemento informativo particular.

Otros estudios han comprobado que cuando se produce un aumento del volumen de informaciones que nos llegan, como por ejemplo al utilizar técnicas de lectura rápida, es menos probable que seamos capaces de asimilar cuestiones complejas o difíciles. De esa forma nos decantamos cada vez más hacia afirmaciones y planteamientos simplistas, eliminando los matices. Es una experiencia a la que los medios de (in)comunicación nos tienen sometidos diariamente, en particular en televisión.

Si pasamos el tiempo alternando de un tema al siguiente nuestra comprensión se hará más lenta, cometeremos más errores, nuestra creatividad será menor y recordaremos menos lo que hacemos, como expone el periodista Johann Hari en su libro El valor de la atención. Por qué nos la robaron y cómo recuperarla.

Las redes sociales (realidad ficticia) nos sustrae del mundo real

La conexión entre personas a través de internet y otros medios de comunicación ayuda a mantener nuestra red de relaciones, pero siempre que sea efectivamente eso: conexión entre personas. Pero cuando lo que encontramos en las redes no son personas sino “avatares”, mensajes estereotipados, marketing corporativo o de individuos, “influencers”, etc. no entramos en relación con nadie sino con pseudo-contenidos que nos sacan de nuestra realidad, del mundo real.

Lo irónico es que quienes se enriquecen diseñando y explotando esos medios son los que más evitan caer en las trampas en las que los propios medios nos colocan. Son la nueva clase dirigente que está por encima de la masa ciber-conectada, pero desconectada en el mundo real. Muy ilustrativa y comentada fue la fotografía que el propio Mark Zuckerberg publicó, en la que junto a una muchedumbre de personas enganchadas por gafas de realidad virtual, él era la única persona que habitaba la única realidad auténtica fuera de la red social dirigida por él mismo.

Sólo la conexión entre personas reales, con sus inconvenientes pero también que sus ventajas incuestionables, nos hará superar esa tela de araña en la que nos quieren hacer vivir un sueño -que no una realidad- por muy agradable y a nuestra medida que sea el sueño en el que nos sumimos. Seguro que ese esfuerzo traerá recompensas inesperadas. La primera de ellas, mejorar nuestra capacidad de atención y de comprensión de la complejidad de las cosas y las personas.

El próximo post dentro de dos martes, el 21 febrero 2023

Fatiga de crispación

Si algo caracteriza la campaña electoral permanente en la que estamos metidos es la crispación. Es lo que piensa la inmensa mayoría de los españoles -un 87%- y señalan sin dudar a los causantes: los políticos y los partidos políticos, secundados por los medios de comunicación. Esta crispación busca provocar la indignatitis identitaria, intentando que lo que es diversidad social se reduzca a recalcar lo que nos separa del resto y provocar el enfrentamiento.

La crispación está llegando a niveles insoportables. Pero a pesar de que somos conscientes que esto no nos lleva a nada, al menos a nada bueno, no acabamos de encontrar la salida de esta ratonera.

¿La solución es votar? Con la crispación se intenta ponernos en la tesitura de votar –pero no elegir- a aquéllos a quienes otros han colocado a dedo a la cabeza de listas cerradas y bloqueadas, de modo que otorguemos patente de corso para el saqueo de los bienes públicos a manos de los ganadores… “porque los contrarios son peores que ellos”.

Más allá de las urnas

Una democracia que se reduce a votar cada cuatro años, y más con el sistema electoral y de partidos políticos que tenemos, es una democracia muy imperfecta. Pero es que además las cuestiones realmente importantes y las reformas profundas necesarias no se resuelven dentro del periodo que va de unas elecciones a las siguientes. Veamos algunos ejemplos.

Todos los años se crea una gran debate en torno a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado o de la Comunidad Autónoma de turno. Parece que nos va en ello el porvenir económico y social del país, a juzgar por la batalla que se abre. Pero la realidad es que la mayor parte de esos Presupuestos, tanto en ingresos como en gastos, están ya prefijados por la propia dinámica fiscal y de gastos sociales. Los variaciones posibles están en partidas marginales que, eso sí, sirven para que el Gobierno de turno vaya chalaneando con partidos minoritarios la compra de sus votos y conseguir la aprobación de los Presupuestos; como si fuera un gran triunfo, de cuyos efectos reales nunca acabamos de enterarnos. Cuando los Presupuestos de un año se prorrogan al siguiente por falta de acuerdo, ¿realmente importa?

Un segundo ejemplo es que parece que lo único que se debate hoy en día es el tamaño del sector público, aunque lo importante es que sea eficaz, eficiente y al servicio real de la ciudadanía. Cualquier formación política que prometa que en los cuatro años de su mandato electoral va a transformar la Administración Pública sencillamente miente. Nos recordaba hace pocos días Rafael Jiménez Asensio que no puede haber buen Gobierno sin buena Administración, y cómo esto no se consigue de la noche a la mañana y menos sin voluntad política real.

El ejercicio de votar, faltando otros elementos esenciales, se reduce a puro marketing, beneficioso únicamente para quien ha ganado las elecciones y se hace con el botín correspondiente.

Dejo para otro día el análisis de la publicidad con que los gobiernos de turno trata de demostrar sus logros, basándose en datos sin contrastar, algoritmos imposibles de examinar o informaciones que se niega a suministrar.

Entonces, ¿qué nos queda?

Hace unos años conocí a un norteamericano nacido en Iowa (USA), en la América profunda, y afincado en España. Le sorprendía la costumbre arraigada en España que cuando alguien tenía un problema se remitía a la “autoridad competente” para pedir una solución. En Estados Unidos, me decía, cuando alguien tiene un problema trata de solucionarlo por sus propios medios. En su defecto, pide ayuda al vecindario cercano o en el seno de su comunidad o localidad. Sólo cuando lo anterior no ha funcionado, se dirige al gobierno de su Estado o al gobierno federal.

No todos los usos y costumbres norteamericanos son dignos de imitación (creo que no hace falta entrar en detalles), pero tomar la iniciativa antes de esperar una solución venida de las alturas me parece algo que deberíamos practicar más.

Pero además de tomar la iniciativa, solemos fallar en dar el siguiente paso esencial: llegar a acuerdos entre sectores de población e intereses diversos. No es imposible, aunque esto suponga tiempo y tener la voluntad de llegar a puntos comunes más allá de nuestra realidad inmediata. Son los nuevos contratos sociales que plantea Minouche Shafik en su libro Lo que nos debemos unos a otros. Un nuevo contrato social. Avanzaremos hacia una sociedad más libre y a la vez más fuerte, que controle al Leviatán del Estado.

Cuando existan partidos políticos que no sean meras herramientas de marketing electoral o vías para acaparar cargos públicos, habremos empezado a entrar en un régimen democrático más saneado.

Hasta entonces es mejor dedicarnos desde la sociedad civil a ir construyendo iniciativas que tiendan puentes entre las personas.

El próximo post dentro de dos martes, el 7 febrero 2023