Fabricando basura mediática

Sin comunicación no existen sociedades, y menos aún las sociedades humanas. Otra cosa es el contenido que se transmite a través de los canales de comunicación existentes. Y cuando se trata de comunicación de masas, el abanico de medios disponibles y cómo éstos fabrican y seleccionan lo que se transmite es vital para el funcionamiento de una sociedad, sobre todo si se pretende que sea una sociedad democrática.

Duopolio mediático

¿Qué ocurre en el caso español? La televisión sigue siendo el vehículo mediático principal que marca la pauta de “lo que se habla” en cada momento. Pero tenemos un duopolio de facto: Atresmedia y Mediaset. que a finales de 2020 acumulaban el 81% de la publicidad y el 55% de la audiencia. A esta situación se llegó gracias a que se suprimió la publicidad en RTVE, por el gobierno de Zapatero en 2009 que le quitó la mayor parte de sus recursos, por un lado, y al progresivo deterioro y sesgo de sus contenidos en los últimos años, por el otro, incluyendo una regresiva nueva Ley Audiovisual.

Atresmedia tiene Antena3 como canal estrella, La Sexta como canal secundario orientado a la audiencia “progresista” (¿?) y otra retahíla de canales cuya función principal es ocupar espectro radioeléctrico y así impedir que entre la competencia. Mediaset tiene el mismo esquema: Telecinco (“estrella”), cuatro (“progresista”) y otros tantos canales okupas.

Los contenidos-basura

Las televisiones los emiten de cuatro tipos:

  • Las tertulias, de las que hablaré más abajo
  • Los concursos. En una rápida ojeada a las programaciones televisivas ha contado casi veinte: para cantar, bailar, cocinar, coser, saber más palabras raras que nadie, poner los cuernos a tu pareja, pelearse con el resto de concursantes, pseudo-sufrir en una granja de pega, ser una enciclopedia con patas o simplemente tener más suerte que el resto.
  • Que alguien que nos importa un comino nos cuente su vida o sus viajes a sitios lejanos, o nos cotillee la vida de famosos de tercera fila
  • El periodismo de supuesta investigación, que es en realidad una mezcla de sensacionalimo y película de terror dedicada a tenernos en vilo, afortunadamente sólo el rato que dura el programa. A este respecto, siempre me acuerdo del semanario de sucesos El Caso, que cerró en 1997 pero que si hubiera sobrevivido ahora sería sin duda la estrella del mundo mediático.

Indignaditis identitaria

Las tertulias (he contabilizado hasta 17 en un momento) son sin duda el plato fuerte de la indigestión mediática actual. Para garantizar una cifras de audiencia elevadas, y así poder vender la publicidad correspondiente, se opera de la siguiente forma:

– Rastreo de las redes sociales para encontrar videos (no vale otro contenido) susceptibles de provocar la indignación en algún colectivo. Los que mejor “funcionan”, banalizando por desgracia los problemas sociales reales, se refieren a cuestiones de género (feminismo, LGTBI, etc.) pero también valen otros temas si son suficientemente estridentes. Por mucho que se diga que “las redes arden” o expresiones parecidas, sólo cuando las televisiones tradicionales hacen propio alguno de esos videos se garantiza que se conviertan en “noticia”.

– Se arma la tertulia entre partidarios de una postura y la contraria, con cierto predominio “progresista”. Como los tertulianos no tienen todo el tiempo del mundo previamente se les habrá pasado la chuleta con su argumentario, a no ser que su inclinación política les sirva de sobra para polemizar.

– Lo ideal sería que el tema a debate saltara al Parlamento, obligara a los partidos políticos a definirse o que algún miembro del gobierno hiciera declaraciones al respecto. No es algo infrecuente: el diputado de Compromis Joan Baldoví defendiendo en el Parlamento al presentador estrella del programa estrella de Telecinco; la ministra de Igualdad haciendo lo propio con Rociíto Carrasco o el actual presidente de gobierno entrando telefónicamente al plató de Sálvame.

Todo esto hay que hacerlo con rapidez, porque en cuestión de menos de una semana el hartazgo televidente llega a su techo y hay que pasar al siguiente tema estrella. Empieza a suceder como con los fenómenos atmosféricos derivados del cambio climático: cada vez más frecuentes, más violentos y con una atención mediática más volátil.

¿Y la audiencia?

Como no podía ser menos, la audiencia de la televisión tradicional está cayendo en picado. Casi un 26% de los españoles apenas ve la televisión tradicional. Otro 33% ni siquiera la ve todos los días. La televisión a la carta y las redes sociales desplazan a las teles tradicionales, y son utilizadas por un 72% de la población.

Quienes siguen fieles a las teles de toda la vida son además castigados con un exceso (¿todavía mayor?) de publicidad, ya que al bajar la audiencia y cobrar menos por anuncio hay que emitir más en compensación, lo que acentúa la fuga de espectadores.

Al final parece que no hay que ser tan pesimista… Ya veremos.

El próximo post dentro de dos martes el 1 noviembre 2022

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¿Heredar a los 73 años? …ni siquiera la corona de Inglaterra

El nuevo rey de Inglaterra, Carlos III, ha accedido al trono a la friolera de 73 años. Un poco tarde, ¿no? A esas edades muchos sólo piensan ya en intentar llevar una vida saludable, para llegar sin grandes aspavientos a la edad de los progenitores: en el caso de Carlos, a los 96 años de su madre o los 99 de su padre, por no hablar de los 101 de su abuela materna. Si Carlos III consigue mantenerse en el trono hasta la edad de su madre entonces el Príncipe de Gales, Guillermo, heredaría el trono a los 63 años: también algo mayorcito para disfrutar de la corona; bastante lejos en ambos casos de las 26 primaveras con las que Isabel II tomó posesión del trono.

La herencia ¿una buena noticia?

En los antiguos cuentos románticos, el joven y apuesto plebeyo lograba casarse con “la rica heredera” de turno. ¡Felicitaciones! siempre que no hubiera que esperar a tener 73 años para heredar…

Bajando al caso español, y sin entrar en la polémica populista-mediática de los impuestos sobre herencias y patrimonio, la realidad es que heredar ya no es lo que era al menos para un porcentaje creciente de la población: tanto en 2021 como en lo que va de año el número de personas que ha renunciado a una herencia se ha disparado. ¿Por qué?

La dependencia se come la herencia

El aumento de la longevidad, un bien en sí mismo, suele significar un mayor número de años vividos saludablemente pero también de los años en los que se desarrollan enfermedades degenerativas y por tanto la dependencia.

La teoría económica del consumo a lo largo del ciclo de vida señala que los ingresos de una persona suelen tocar su máximo en torno a los 50 ó 55 años de edad. A partir de entonces los ingresos bajan, lo que se acentúa al entrar en la jubilación. Entonces una persona mayor intenta reducir su consumo para mantener las necesidades fundamentales cubiertas y sobre todo poder afrontar los gastos crecientes derivados de un deterioro de la salud y aumento de la situación de dependencia.

La acumulación de patrimonio habida durante las fases anteriores del ciclo de vida se va diluyendo y va reduciendo la potencial herencia que recibirían los descendientes hasta llegar a cifras que pueden ser negativas. Los descendientes, muchos de ellos incluso ya jubilados, deben hacer frente a la tarea del cuidado de sus mayores dada la deplorable situación de la ayuda oficial a la dependencia en España, el precio de las residencias de mayores privadas y la calidad (¿?) y disponibilidad de las públicas.

Sólo queda la vivienda

En otro lugar he señalado que contrariamente a noticias superficiales y sensacionalistas el patrimonio de la mayoría de las personas mayores es mucho menor de lo que se quiere dar a entender (exceptuando claro a Amancio Ortega, Juan Roig, Florentino Pérez y demás). En la Encuesta Financiera de las Familias, elaborada por el Banco de España, se muestra que hay una gran disparidad en el patrimonio de los mayores, que en la mayoría de los casos acaba reduciéndose a la vivienda propia. La creciente dificultad de las generaciones más jóvenes para acceder a una vivienda explica la diferencias por edades en la cuantía del patrimonio, pero desde luego es puro sensacionalismo afirmar que “los mayores de 75 años ya son el grupo de edad con más patrimonio. Poseen un 440% más que los jóvenes”. No tener en cuenta como advierte el Banco de España que “la distribución de la riqueza es muy asimétrica”, ni la evolución patrimonial y de renta a lo largo de la vida abre camino al populismo mediático.

Muchas entidades financieras, patrocinadoras de páginas webs orientadas a los mayores (¿casualidad?), ofrecen de forma oportunista la opción de la hipoteca inversa. Ésta suele consistir en convertir a dinero el valor que representa la vivienda, sin perder los derechos de titularidad. Al morir el propietario, la entidad financiera se convierte en la dueña a no ser que los herederos devuelvan el dinero que percibió la persona fallecida. ¡Dónde han quedado los “ricos” herederos!

Abusos

Como refleja la Encuesta de Competencias Financieras que elabora el Banco de España, la población española, y en particular el segmento mayor, tiene una escasa cultura financiera y es carne de cañón para estafas y abusos. En el pensamiento colectivo permanece el recuerdo del caso de las preferentes en Bankia.

En lo que respecta a la hipoteca inversa se trata de una operación no exenta de riesgos, como se ha señalado desde diversos enfoques. El propio Banco de España ha redactado una Guía en la misma dirección.

La evolución demográfica de las sociedades modernas se sigue contemplando todavía con ideas preconcebidas de otras épocas. Una revisión crítica se hace cada vez más necesaria y urgente.

El próximo post dentro de dos martes, el 18 octubre 2022