Un gobierno que reina, pero no gobierna


El título es una adaptación de la famosa “el Rey reina pero no gobierna”
que, en frase de Adolphe Thiers, sintetiza el papel regio en el seno de una monarquía parlamentaria. Pero en el caso español el que reina no es Felipe VI, sino el propio gobierno actual. Y es una forma de reinar que se asemeja más al estilo medieval que al caso de los monarcas en regímenes parlamentarios. Me explico.

Sin gobernar…

El gobierno actual viene reduciendo de forma notable su acción de gobierno al menos en dos facetas, la de llevar a cabo avances en el marco normativo y la de buscar acuerdos y consultar a organismos y sectores sociales representativos.

En el primer caso ni siquiera se llevó al Parlamento una Ley los Presupuestos Generales del Estado para 2024, ley considerada paradigmática para todo Gobierno cuando comienza un nuevo año.

Una derrota parlamentaria sufrió más tarde la propuesta del PSOE sobre el proxenetismo, lo que provocó la retirada in extremis de la Ley del Suelo dos días después.

Conscientes de la situación, recientemente el gobierno ha intentado justificarse a base de hacer recuento de proyectos “en tramitación” o los consabidos “Decretos-Ley” a los que últimamente estamos habituados.

Y esto por no hablar –tema tratado hace unos meses– del uso de las leyes como algo más parecido a un panfleto que a un texto normativo riguroso.

El otro aspecto preocupante es el de el “olvido” en consultar a organismos y entidades representativas sobre determinadas iniciativas que tengan impacto social. Es el reciente caso de la “Estrategia estatal para un nuevo modelo de cuidados en la comunidad“, que bien merecía haber consultado a los sectores relacionados, como por ejemplo las patronales de la Dependencia.

Peor ha sido la reforma del reglamento del Consejo Económico y Social (CES), incluida en la “clásica Disposición final” del consabido Real Decreto-Ley tipo omnibus. Ese tipo de reformas exige el dictamen con carácter preceptivo del propio CES, cosa que el gobierno ha ignorado completamente, lo que a su vez ha generado la queja de este organismo.

Un caso extremo es el de el estatuto del becario, acordado hace más de un año por Yolanda Díaz con los sindicatos que, como señala El País “ni pasa por el Consejo de Ministros, ni mucho menos por el Congreso de los Diputados”.

Alguien podría decir que el gobierno ha estado muy atareado con todas las convocatorias electorales por las que hemos pasado en los últimos meses. Pero las elecciones europeas o catalanas no debieran interferir en el normal desarrollo de los trabajos del Gobierno central. ¿O sí?

…pero reinando, aunque al estilo medieval

De lo que no hemos estado faltos es de negociaciones con nacionalistas e independentistas para garantizar tanto la investidura de Pedro Sánchez como algunas -que no todas- las votaciones planteadas en el Parlamento.

Se me dirá que desde hace más de treinta años los gobiernos, cualquiera que sea su color político, han hecho concesiones continuas para garantizar su estabilidad apoyados en el voto nacionalista. La Sexta lo llama ceder para gobernar, pero parece más bien ceder simplemente para “mantenerse en el trono”.

Pero la verdad es que el gobierno actual ha batido todos los récords de concesiones. El inventario que en su día recopiló el diario El País era mareante. Y eso sólo para la investidura de Sánchez.

También se me dirá que gobernar es pactar, lo cual sería cierto si hubiera un programa para desarrollar políticas coherentes basadas en puntos de vista comunes entre formaciones diferentes. Pero si nos inventamos una Ley de Amnistía cuando poco antes era inadmisible o rebajamos el IVA del aceite de oliva sólo porque lo exige Junts para obtener sus votos sobre algo que no tiene nada que ver, o admitimos la prevalencia de los convenios colectivos autonómicos porque lo exige el PNV, al margen del diálogo social, no hay política sino chalaneo.

No es nuevo en la historia de España. José María Monsalvo Antón, experto en historia medieval, cuenta cómo en el Siglo XV “la formación de patrimonios señoriales, la obtención de títulos nobiliarios y el disfrute de transferencias fiscales dependía, para la alta aristocracia castellana, de las concesiones de los reyes. Entre otros recursos, para favorecer estas concesiones, los nobles recurrieron a la formación de facciones. Con sus alianzas y pactos generaban conflictos en el reino y acababan siendo recompensados por los monarcas”. La forma de actuación con los reyes de aquella aristocracia castellana es la adoptada ahora por nacionalistas e independentistas.

¿Qué hacer?

Se trata de una situación de extrema debilidad institucional, cuya solución no va a venir de las élites políticas, ni de limitarnos a depositar nuestro voto en las enésimas elecciones. La propia sociedad deberá (deberemos) buscar en sí misma las vías de solución, basadas en nuevos acuerdos sociales entre sectores diferentes.

El próximo post dentro de dos martes, el 9 julio 2024

2 comentarios en “Un gobierno que reina, pero no gobierna

  1. Desgraciadamente es así. Hemos pasado de una acción política parlamentaria real (con sus virtudes y defectos) a una política de corte regio, donde los «virreinatos» exigen y consiguen prebendas excepcionales y discriminatorias, siempre a su favor.

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  2. «El gobierno reina, y desgobierna». Lo hace fundamentalmente porque tiene todos los poderes, incluido el cuarto, que a veces es el más poderoso, sigo pensando que si no lo tuviera, otro gallo nos cantaría.

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