La economía española no crece: sólo engorda

En estos tiempos en los que la obesidad es considerada una enfermedad que se extiende cual pandemia en particular entre los segmentos sociales más bajos, la economía española sufre una situación parecida: cuando el Producto Interior Bruto (PIB) sube no lo hace echando músculo o estatura sino grasa y michelines. Como escribe el ex-ministro socialista Jordi Sevilla “el PIB, bien; la economía, no tanto”.

Crecer a lo ancho y en vez de a lo alto

El que la actividad económica medida -el PIB- aumente no nos dice nada sobre las variables que hacen que un país prospere realmente: el incremento del consumo privado, la inversión productiva propia y proveniente del exterior, la productividad de los factores, el aumento del bienestar de la población, la protección del entorno medioambiental, etc. De hecho, junto al aumento del PIB todos estos otros elementos han sufrido un deterioro, tal y como diversos análisis recientes -que no cito aquí para no aburrir- han mostrado.

Para que nuestra economía pudiera ser considerada una economía moderna equiparable a la de países de nuestro entorno, la inversión en investigación y desarrollo debería ser una prioridad nacional. Pero como comenta amargamente Mariano Barbacid, una eminencia científica mundial, “En España no se habla de ciencia; es algo que no importa. Y, si no importa, ¿para qué vas a invertir en ello?”

Este es un rasgo característico más de las políticas gubernamentales enfocadas al cortísimo plazo (ganar la siguiente convocatoria electoral), con desprecio de los planes a medio y largo plazo, que son los que garantizan la prosperidad colectiva.

Esa forma de proceder nos sitúa en la peligrosa senda de basar el crecimiento en una fuerza laboral barata y poco productiva.

¿Y qué tal va el mercado de trabajo?

Se pueden leer en la últimas semanas titulares de prensa triunfalistas que resaltan como un logro el mero crecimiento del número de personas ocupadas: “España creó en 2023 más empleos que Alemania y Francia juntas”, se felicitan. Pero eso no evita que la renta real de los hogares esté estancada desde 2007.

En primer lugar porque la tasa de desempleo en España sigue siendo muy elevada, dándose además la paradoja que muchas empresas declaran que no encuentran mano de obra para cubrir sus vacantes y ése es uno de los principales factores que limitan su actividad productiva. Pero además la simple cifra del número de ocupados oculta la calidad -o más bien la falta de calidad- de los empleos disponibles. Aunque sobre el papel los contratos indefinidos han aumentado, también lo hacen los contratos a tiempo parcial, los fijos discontinuos o los despidos al acabar el periodo de prueba de los contratos nominalmente indefinidos.

Por su parte los salarios en España siguen estando por debajo de la media europea

El resultado de conjunto es una juventud maltratada en el mercado de trabajo, y sin opciones de acceso a la vivienda como ya he comentado en un par de posts anteriores.

Las políticas puestas en práctica

Además de la reforma sobre el papel de los tipos de contratos de trabajo, la otra baza laboral del gobierno actual ha sido el incremento del salario mínimo inter-profesional (SMI). Lo que en principio puede ser una medida positiva, cuando es de hecho la única que se pone en práctica en este terreno puede producir un impacto en el mercado de trabajo en su conjunto más bien contraproducente. Cuando la elevación del salario mínimo no va acompañada de un incremento de la cualificación de la mano de obra, no sólo en los estratos más bajos sino también en puestos de nivel superior, no hay un aumento de la productividad en el conjunto de la economía, que es lo que permitiría empleos más cualificados y por tanto mejoras salariales.

En cambio, el resultado es un “aplanamiento” de los niveles salariales de modo que cada vez hay un número mayor de trabajadores con una remuneración cercana al salario mínimo, independientemente de la cualificación que tenga su actividad laboral.

Algo parecido viene a suceder con todos los programas de ayudas sociales: lejos de ser escalonadas y por tanto beneficiar a estratos de población con niveles socio-económicos bajos pero también intermedios aun con grados diferentes, se administran según sistemas de “Tener o No tener” derecho a las ayudas, creando barreras que muchas personas de estratos medios no entienden y se sienten “pasadas por encima” por quienes “vienen detrás”.

Ese sentimiento de pérdida de los segmentos intermedios es el caldo de cultivo de partida de los populismos, en particular los de extrema derecha, pero también de nacionalismos e independentismos, tal y como hemos visto recientemente en Cataluña.

Mientras tanto se siguen utilizando las estadísticas como arma arrojadiza partidista y no como elementos para el análisis, el diálogo y la construcción de políticas consensuadas y de alcance más allá de las siguientes elecciones.

El próximo post dentro de dos martes, el 14 mayo 2024.

Un comentario en “La economía española no crece: sólo engorda

  1. Mariano Barbacid, una eminencia científica mundial, “En España no se habla de ciencia; es algo que no importa. Y, si no importa, ¿para qué vas a invertir en ello?”

    Bueno, pues si es importante y no importa, hagamos que importe, que a los políticos se les da muy bien hacer que al personal «le importe» lo que les interesa cuando les interesa, por absurdo que sea; es muy sencillo.

    Por otra parte, no puede ser que tengamos una tasa de paro tan alta siempre y que nos conformemos con bajar de los dos dígitos cuando sucede.

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